Tercera parte
Existen muchos planos de causa y efecto. Las causas están en los planos superiores de existencia y los efectos en los planos inferiores
Analicemos todo lo que ‘nos mueve el piso’, todo lo que tememos, ahí está nuestro aprendizaje, nuestra evolución. El miedo no es real, es un subproducto de nuestra personalidad disociada (Periferia) de nuestro Centro. Es el ‘cuco’ que creamos nosotros mismos para no vernos, para entrenernos.
Tal vez sea esa la razón de nuestro gusto por las películas de terror, los deportes de alto riesgo, todo aquello que ponga en peligro (al menos imaginariamente) nuestra vida. Nos gusta el miedo, es adrenalina pura!. Allí no se puede pensar. Solo se puede actuar; porque si piensas te mueres. Es una especie de meditación, pero muy peligrosa. Hay otras formas físicamente inocuas, pero más difíciles, porque implica vernos y aceptarnos tal como somos; y ver la personalidad que hemos construido (conciente o inconcientemente) para relacionarnos con el mundo exterior. Cuando hay disociación, es muy difícil, porque constataríamos nuestra autotraiciòn. Enfrentarnos a nosotros mismos puede ser muy doloroso. Requiere de mucho valor. Puede ser la más encarnizada de las guerras. El desequilibrio mental, la neurosis, producto de una personalidad disociada es el verdadero efecto de mover causas que no son superiores.
Encuentra la causa, modifícala y el efecto indeseado desaparecerá, se modificará también. Siembra causas armoniosas y cosecharás efectos de igual condición. La causalidad es el origen de todo efecto. El azar no existe, solo es la combinación de un conjunto de factores en un orden establecido. Las Leyes Universales se cumplen inexorablemente, funcionan en todo y dentro de todo. Producen el Orden Cósmico sin cual no sería posible la vida.Debemos tomar conciencia de que somos responsables y creamos las circunstancias en que se desenvuelve nuestra vida, y que lo hacemos a través de nuestro pensamiento. El pensamiento es energía que nuestra mente emite en vibraciones, en ondas que tienen su propio ritmo. Cada pensamiento que emitimos (energía eléctrica) tiene su compensación, pues atrae (energía magnética) hacia nosotros el fruto de lo que hemos sembrado.
Al asumir la responsabilidad de nuestra vida, viene la aceptación de nuestra historia y con ello la posibilidad de cambio. No hay crítica ni juicio, solo aceptación y reconocimiento de la necesidad de un cambio. Sembramos causas y cosechamos sus efectos a lo largo de nuestra vida.
¿Me hago responsable por mis experiencias?
¿Qué futuro creo a través de mi pensamiento de Hoy, Aquí y Ahora?
¿Enfrento un condicionamiento disociado que me produce resentimiento, crìtica, culpa, y odio a mi mismo?
Reconozco que:
- ese condicionamiento disociado son solo pensamientos, y que puedo cambiarlos si quiero;
- debo abandonar el pasado y perdonar a todos, pero sobretodo a mi mismo?;
- la autoaprobación y la autoaceptación en el presente, aquí y ahora es lo que me conducirá a cambios positivos?;
- que mi centro de poder siempre está en el momento presente, aquí y ahora?
Continúa Septima Ley Universal: GENERACIÓN en
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