Recuerda esto siempre. No digas:
“proceso psicológico” y “proceso fisiológico”. No son dos; sólo dos partes de
una totalidad.
Todo lo que hagas fisiológicamente
afectará a la mente. Como todo lo que hagas psicológicamente afectará al
cuerpo. No son dos, son uno.
Puedes decir que el cuerpo es un
estado sólido de la misma energía y que la mente es un estado líquido de la misma energía, ¡de la misma
energía! Por eso, hagas lo que hagas fisiológicamente, no pienses que es sólo
fisiológico. No te preguntes cómo va a promover cualquier transformación en la
mente. Si tomas alcohol, ¿qué le pasa a la mente? El cuerpo toma el alcohol, no
la mente, ¿pero qué le ocurre a la mente? ¿Si tomas LSD, se absorbe en el cuerpo,
no en la mente, ¿pero qué le ocurre a la mente? O si decides ayunar, el cuerpo
hace el ayuno, ¿pero qué le pasa a la mente? O desde el otro extremo; si tienes
pensamientos sexuales, ¿qué le pasa al cuerpo? Que éste se ve afectado inmediatamente.
Pones en la mente un objeto sexual y tu cuerpo comienza a responder.
Hay una teoría de William James.
Aparentemente, en la primera mitad del siglo XX parecía absurdo, pero en un
sentido está bien. Él y otro científico llamado Lange propusieron una teoría
que es conocida como la teoría James-Lange. Normalmente, se dice que al tener
miedo, huyes y corres, o que si estás furioso, se te enrojecen los ojos y
empiezas a golpear a tu enemigo.
Pero James y Lange propusieron todo
lo contrario. Dijeron que es por correr por lo que sientes miedo y que es
porque tus ojos se enrojecen y empiezas a golpear a tu enemigo por lo que
sientes ira.
Es justo lo contrario. Dijeron que
si esto no era así, entonces querían ver al menos un ejemplo de ira cuando los
ojos no estuvieran rojos, el cuerpo no estuviera afectado y uno estuviera sencillamente
furioso. No permitas que tu cuerpo se afecte y procura estar furioso; entonces
sabrás que no puedes estarlo.
En Japón les enseñan a los niños un
método muy simple de controlar la ira. Dicen que cuando sientas ira, no hagas
nada al respecto, que sólo respires hondo. Inténtalo y no serás capaz de sentirla.
¿Por qué? Sólo porque respiras hondo ¿por qué no puedes ponerte furioso?
Resulta imposible, por dos razones… En primer lugar, empiezas a respirar hondo
pero la ira necesita un ritmo particular de respiración. Sin tal ritmo la ira
no es posible. Se necesita un ritmo de respiración particular o que se haga de
una forma caótica para que pueda surgir la ira.
Si empiezas a respirar hondo es
imposible que salga la ira. Si te pones a respirar hondo conscientemente,
entonces la ira no puede expresarse. Necesita que se le permita tener un tipo diferente
de respiración. No tienes que hacerlo tú; la misma ira se encargará. Respirando
profundamente no puedes estar furioso. Y en segundo lugar, la mente se
desplaza. Cuando sientes ira te pones a respirar hondo, tu mente se desplaza de
la ira a la respiración. El cuerpo no se encuentra en un estado para estar furioso.
Por eso, los japoneses son la gente más controlada del mundo. Están entrenados
desde la infancia.
Es difícil encontrar tal incidencia
en cualquier otro sitio, pero en Japón sucede incluso hoy día. Está ocurriendo
cada vez menos porque Japón cada vez se está volviendo menos japonés. Cada vez se
parece más a Occidente, y los modos y las costumbres tradicionales se están
perdiendo. Pero sucedía, y todavía sucede hoy día.
Un amigo mío estuvo en Kyoto, y me
escribió en una carta: “Hoy he visto un suceso hermoso que quiero escribirte
para contártelo. Cuando regreses intentaré comprender cómo es posible.
Un hombre fue atropellado por un
auto. Se cayó, se levantó, le dio las gracias al conductor y se marchó… ¡Le dio
las gracias al conductor!”.
En Japón no es algo inusual. Debió
de ponerse a respirar hondo, y así llegó a hacerlo. Te mueves hacia un plano
diferente e incluso puedes darle las gracias a una persona que estuvo a punto de
matarte, o que casi llega a conseguirlo.
Los procesos fisiológicos y los
procesos psicológicos no son dos cosas distintas, son una misma, y puede empezar
desde cualquiera de los dos extremos para afectar y cambiar al otro.
La Persona Como Un Todo En un mundo
mejor, toda persona cuya profesión sea curar el cuerpo meditará. Cuando el
cuerpo está sufriendo, debe haber algún motivo, porque todo tiene relación. Por
lo que una persona no puede ser curada sólo tratando su cuerpo; tiene que ser
tratada en su conjunto. Pero para mirar en su conjunto, hay que mirar en el conjunto
total del propio ser.
Todo médico debería practicar la
meditación, de lo contrario nunca será un verdadero médico. Puede tener
títulos, puede estar autorizado para ejercer la medicina, pero para mí es un
curandero porque no conoce a la persona en su conjunto; se limitará a tratar síntomas.
Alguien tiene un trastorno, una
migraña, un dolor de cabeza. Puedes tratarlo, pero tienes que mirar en lo más
hondo del interior para ver por qué ésa persona tiene migraña. Puede que esté demasiado
angustiada, preocupada, deprimida. Puede que se haya replegado en sí misma
hasta la desolación y el dolor. Puede que esté pensando demasiado, que no deje
descansar ni un momento la mente. Por lo tanto, puedes tratar los síntomas, y
puedes forzarlos a desaparecer a través de tóxicos y medicinas. Aparecerán en
algún otro lugar, porque la raíz del problema no ha sido tratada en absoluto.
No debería tratarse las
enfermedades, sino a las personas. Las personas son orgánicas, totales. Algunas
veces ocurre que la enfermedad está en el pie y la verdadera causa en la
cabeza. Porque el ser humano es uno… ¡está en total comunicación! Nada se halla
separado en un ser humano. El cuerpo no sólo está conectado consigo mismo, está
relacionado con la mente, así el cuerpo y mente –psico y soma- están conectados
con un alma trascendental.
Equilibrio mente y cuerpo - OSHO
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