"Actuar desde el corazon"
La energia del corazon es la que nos mantiene honestos y en integridad con nuestras intenciones. Venimos de la Luz, esa es nuestra familia. Somos todos UNO, la separatidad no existe. Actuar desde el corazon es: no hacer daño, ser honesto, íntegro, encontrar el gozo siempre y vivirlo al tope; ah! y también, dar las gracias.
11-11-11 FTG

Bùsqueda

sábado, 11 de diciembre de 2010

TÉCNICAS CRANEOSACRALES

EL ARTE DE LA PALPACIÓN
La maravilla del toque es la maravilla de la bondad humana.
DIANNE M. CONNELLY


El lenguaje corporal
La anatomía es el lenguaje del cuerpo. Un buen conocimiento anatómico permite al tera­peuta entender los mensajes que el cuerpo comu­nica. Fluido, hueso, membrana y tejido nervioso, cada uno de ellos tiene su propio «lenguaje» y transmite su estado de salud de un modo particu­lar. Cada uno ellos puede hablar al terapeuta a través de los patrones y cualidades de su movi­miento respiratorio primario.



Un diagnóstico claro es el trampolín que per­mite un tratamiento eficaz. Por tanto, el terapeuta tiene que ser capaz de reconocer con precisión las huellas que las experiencias han dejado en el cuerpo y apreciar las fuerzas que organizan su movimiento. Durante el tratamiento, las manos del terapeuta pueden tener que reflejar un patrón específico contenido en los tejidos antes de que éstos estén preparados para resolver esa inercia. Si no se emite un diagnóstico claro, el tratamien­to podría hacerse al azar.

Sensibilidad de los dedos
Podemos definir la palpación como sentir con las manos. Éste es un proceso en el que la infor­mación se transmite al cerebro a través de las ter­minaciones nerviosas de los dedos, llamadas propioceptores. Estas terminaciones nerviosas trans­miten información sobre movimientos y posicio­nes. Los dedos contienen la mayor concentración de propioceptores de todo el cuerpo, lo que los hace agudamente sensibles incluso a los menores impulsos.


La Figura 6.3 es una especie de hombrecillo. Representa diagramáticamente la cantidad pro­porcional de cerebro que se emplea para recibir los impulsos originados en las distintas regiones del cuerpo. Cuanto mayor sea el área corporal en el dibujo, más «espacio cerebral» se le dedica. Como se indica, una proporción significativa del cerebro está dedicada a las manos, lo que proba­blemente hace de ellas las partes más sensibles del cuerpo. Tienen mucha más capacidad de recepción y respuesta que cualquier máquina in­ventada, por lo que nuestras manos son los ins­trumentos ideales para sentir los movimientos su­tiles y los cambios corporales.


Según el doctor Harold Magoun: «Se ha dicho que la mano humana es la mayor herramienta diagnóstica conocida por el ser humano. Por muy maravillosos que sean los avances de la ciencia objetiva, nada puede ocupar el lugar de un análisis exploratorio de los tejidos mediante un sentido palpatorio bien entrenado a fin de determinar su estado actual, y también el mejor método de modi­ficarlo o remediarlo» 30. Es interesante señalar que hace algunos años se inventaron unos instrumen­tos extremadamente sensibles para medir los cam­pos magnéticos llamados superconductores de in­terferencia cuántica (SQUID). P_Qr primera vez se pudieron medir los campos magnéticos que ro­dean al cuerpo humano y se descubrió que las ma-_ nos tienen, con gran diferencia, un campo más in­tenso que cualquier otra parte del cuerpo".

Palpación de la salud
En el trabajo craneosacral las manos se usan' como «antenas perceptuales» 32. Los dedos aprenden a «sentir, pensar y ver las pautas, cuali­dades y matices del movimiento respiratorio pri­mario» 33. Los ritmos sutiles del Aliento de Vida son, en esencia, expresiones de salud que llevan al cuerpo nuestra matriz original de salud. Por tanto, la palpación del sistema respiratorio pri­mario da al terapeuta un acceso directo al estado subyacente de salud y a cualquier restricción de su expresión. También permite al terapeuta eva­luar los recursos corporales disponibles que pue­den emplearse en el tratamiento.

Conciencia con los sentidos sutiles
Además del sentido del tacto, los procesos fi­siológicos del paciente a veces pueden darse a co­nocer a través de otras vías sensoriales. Por ejem­plo, es posible que un terapeuta «vea» alteraciones en forma de imágenes visuales. La forma de reci­bir esta información podría ser parecida a cómo las ondas del sonar barren el océano 3'. Cuando se encuentra un área de contracción o condensación se produce un eco que puede ser registrado por la conciencia perceptora del terapeuta.


En ocasiones, el sentido del olfato da al tera­peuta valiosa información clínica. Muchas veces he podido oler los anestésicos que emanaban de pacientes que estaban accediendo a «recuerdos en los tejidos» de un trauma quirúrgico. Algunos te­rapeutas tienen percepciones auditivas en las que oyen impresiones sobre sus pacientes. A veces es posible oír el «zumbido» sutil emanado por al­guien que está en estado de excitación nerviosa, aunque no hable. Parece que podemos refinar to­dos nuestros sentidos para captar tonalidades que quedan fuera de nuestro nivel habitual de percep­ción. Además, las impresiones intuitivas (sexto sentido) también pueden ser muy reveladoras.


Hace unos años, un joven de poco más de vein­te años vino para que le tratara un problema que tenía en el hombro. En cuanto entró en la consulta sentí una sensación extraña, pero no sabía exacta­mente por qué. Mientras tomaba su historial clíni­co me di cuenta de que había algo sombrío en su manera de comportarse que me ponía incómodo. Esta sensación continuó cuando comencé el pro­ceso de palpación. Durante su segunda visita mi sensación de incomodidad quedó explicada cuan­do me reveló que había participado en actividades terroristas. Todavía estaba lleno de resentimiento y justificaba el uso de la violencia para defender su causa. Empecé a pensar que tal vez su problema del hombro era la manera que tenía la naturaleza de decirle que no participara en más acciones vio­lentas. A la vista de ello, lo último que quería era ayudarle a movilizar su hombro. Tuve una sensa­ción clara de que, dadas las circunstancias, no po­día hacer nada por él. Le pedí que considerara los mensajes que le enviaba su propio cuerpo y le su­gerí que dejara que la naturaleza sé hiciera cargo d'urante algún tiempo. ¿Quién sabe de dónde viene este tipo de información? Quizá este caso simple­mente estaba fuera de mi alcance.



Sintonizar
Al comienzo de cada sesión de tratamiento hay un momento para sintonizar con el sistema del cliente en el que el terapeuta «escucha» a tra­vés de los dedos las cualidades del movimiento respiratorio primario. Generalmente se suele sin­tonizar desde el cráneo, el sacro o los pies, pero puede hacerse desde cualquier punto del cuerpo. Cualquier desorden viene marcado por restriccio­nes o distorsiones en la simetría, cualidad, ritmo o amplitud del movimiento respiratorio primario. Esto puede manifestarse como una falta de moti­lidad y movilidad en los tejidos, baja potencia o «impulso» de fluidos y patrones inerciales espe­cíficos. Ahora consideraremos algunos de estos indicadores de la función fisiológica.

Palpación del impulso rítmico craneal
Antes practicamos un ejerci­cio para palpar el impulso rítmico craneal en nuestras propias cabezas. Colocamos nuestras manos delicadamente sobre nuestros huesos cra­neales y dirigimos la atención a los movimientos de estos «corchos flotando en la marea». Es posi­ble que hayamos notado los movimientos de fle­xión/extensión y rotación interna/externa de nuestros huesos craneales al expresar su movi­miento de tensión recíproca. Así, podemos haber percibido pautas de movimiento expresadas al ni­vel del impulso rítmico craneal (IRC). Dentro del impulso rítmico craneal pueden sentirse los rit­mos de los tejidos y fluidos con una frecuencia de entre 8 y 12 ciclos por minuto.


La percepción de este nivel de funcionamiento fisiológico revela cómo los tejidos «cabalgan» so­bre las mareas más profundas. Podemos prestar atención al movimiento rítmico de estructuras es­pecíficas, como un hueso craneal o membrana, o a la motilidad del sistema nervioso central. También puede palpase la fluctuación longitudinal del flui­do cerebroespinal para determinar cómo está fun­cionando este poderoso portador de potencia.

Impulso de fluidos
La cualidad de movimiento expresada por la fluctuación longitudinal de los fluidos está determinada principalmente por el grado de potencia que expresa. La fuerza de este movimiento se de­nomina el impulso de fluidos del sistema. Si la potencia subyacente queda disminuida o reduci­da en su expresión, el impulso de fluidos puede debilitarse. Esto puede percibirse como una sen­sación de opacidad, congestión o falta de «chis­pa» en la expresión de la fluctuación longitudi­nal. Un impulso de fluidos débil indica una deficiencia de los recursos curativos disponibles. La falta de potencia afecta a los fundamentos mismos sobre los que se construye nuestra salud y suele hallarse en estados de enfermedad cróni­ca o agotamiento. La prioridad terapéutica en es­tas ocasiones es incrementar la disponibilidad de las reservas curativas vitales.

Amplitud
Si la cualidad del impulso de fluidos está dis­minuida, o si los fulcros inerciales crean restric­ciones, el grado de movimiento expresado por los tejidos puede quedar reducido. Por ejemplo, es posible que un hueso craneal sea capaz de ex­presar su movimiento craneosacral en todas las direcciones normales pero que el rango de movi­miento sea muy pequeño. Al rango de movimien­to le damos el nombre de amplitud.

Algunos terapeutas también dan importancia a la medición de la frecuencia con la que los tejidos expresan su movimiento craneosacral. Esta fre­cuencia puede variar con las circunstancias, y por eso es un indicador de los cambios fisiológicos que están teniendo lugar. Sin embargo, según mi experiencia, la medición de la frecuencia propor­ciona menos información clínica valiosa que otras variables. La frecuencia nos da un número (tantos ciclos por minuto), pero las cualidades del impul­so de fluidos y la amplitud nos indican la potencia disponible en el sistema, lo que puede ser impor­tante tanto para el diagnóstico como para la cura.

Palpación de la inercia
Si el cuerpo contiene patrones de resistencia es posible que las estructuras de la línea media no puedan expresar su movimiento craneosacral na­tural de flexión/extensión, y que las estructuras pareadas estén inhibidas en la expresión de su ro­tación externa/interna. La motilidad, la respiración interna de los tejidos, también puede perderse.

Cuando palpamos el impulso rítmico craneal percibimos la inercia como restricciones particu­lares de los tejidos que se organizan en torno a un fulcro inercial. Estos patrones inerciales pueden palparse como una pérdida de motilidad en los tejidos, resistencias, adherencias, compresiones, tirones, asimetrías, congestión del fluido y fluc­tuaciones laterales del fluido. Todas ellas indican algún tipo de experiencia estresante que se ha quedado grabada en el cuerpo produciendo un patrón de movimiento craneosacral condicionado y alejado de sus fulcros naturales.

Es importante que el terapeuta averigüe la si­tuación del fulcro inercial que está en el núcleo de un patrón particular. Esto se hace averiguando los lugares de quietud o estancamiento alrededor de los cuales se organiza el patrón. Este lugar es como «el ojo del huracán» que contiene toda la potencia de la tormenta". En el fulcro inercial es donde está la llave que puede abrir las fuerzas que mantienen el patrón.

Fluctuación lateral
Si la fluctuación longitudinal del fluido cerebro­espinal se encuentra con la resistencia creada por el fulcro inercial, se producen diversos patrones ex­céntricos en el movimiento de fluidos. Esta resis­tencia es como una roca en una playa arenosa y lisa. El agua ya no puede deslizarse suavemente por la arena y crea todo tipo de remolinos al chocar con la piedra. Estas fluctuaciones laterales de los fluidos se palpan en el cuerpo en forma de remoli­nos, corrientes o congestión. Cuando el terapeuta nota que el movimiento de fluidos no se expresa como fluctuación longitudinal natural eso le indica que hay resistencia en el sistema. Si no hay resis­tencias presentes, el movimiento de la marea longi­tudinal es sereno y equilibrado, y contiene un im­pulso de fluidos de calidad. Notar los lugares en tomo a los cuales se producen las fluctuaciones la­terales de fluidos puede dar al terapeuta una sensa­ción clara de dónde están los fulcros inerciales.

Colapso
Si los recursos del sistema respiratorio prima­rio de la persona quedan superados, su impulso rítmico craneal puede detenerse temporalmente. Se produce lo que llamamos un colapso. Es una reacción fisiológica de autoprotección marcada por una cesación abrupta y repentina del movi­miento rítmico. El doctor Upledger ha denominado a estos fenómenos «detectores de significan­tes» porque indican que se ha accedido a una ex­periencia significativa para los pacientes 36. Re­velan la presencia de algún tipo de tensión física o emocional contenida en los tejidos, que a me­nudo se presenta cuando el cuerpo está en la mis­ma posición que cuando se produjo el trauma. Los colapsos indican que, de momento, el pa­ciente es incapaz de acceder a los recursos nece­sarios para afrontar las experiencias recordadas.

Merece la pena indicar aquí que el colapso es diferente al fenómeno conocido con el nombre de punto de parada, que hace su aparición en mo­mentos de profundo descanso fisiológico (véase el capítulo 7). Aunque tanto el colapso como el punto de parada implican la cesación del impulso rítmico craneal tienen cualidades diferentes. Du­rante el punto de parada se produce un asenta­miento suave y delicado del ritmo, que se va rela­jando hasta entrar en la quietud. En el colapso, la detención es como un chillido


CAPACIDAD DE «CONVERSAR»
Para trabajar con mecanismos vivos en un cuerpo vivo necesitamos habilidades palpatorias vivas.
DOCTOR ROLLIN BECKER


Plantear preguntas
En la práctica, el trabajo craneosacral consiste esencialmente en escuchar los patrones del movimiento respiratorio primario y facilitar su libre expresión. Pero también es posible «hablar» al cuerpo entrando en una «conversación» para cla­rificar su historia. El terapeuta puede plantear pre­guntas a través de sus dedos y después escuchar las respuestas. De este modo, el cuerpo «respon­de», informando al terapeuta de cuáles son sus prioridades. El enfoque perceptual del terapeuta y su forma de encontrarse con el sistema del pa­ciente determinan exactamente lo que puede ser palpado. Como indica el doctor John Upledger: «Lo que "sabes" parece estar relacionado con las preguntas que tienes en mente durante el exa­men» 39. El terapeuta puede hacer que los tejidos participen en «conversaciones» concretas llevan­do preguntas específicas a sus manos durante la palpación. Esto se hace introduciendo sugerencias sutiles a través de los dedos.

Test de movimiento
Por ejemplo, se puede comprobar si un hueso concreto prefiere expresar flexión o extensión. Al principio de la fase de flexión del movimiento craneosacral el terapeuta puede hacer con sus manos una sugerencia sutil para que el hueso en­tre en flexión. A continuación se observa cómo el hueso incorpora esa sugerencia. Para evaluar la extensión se puede hacer una sugerencia sutil al comienzo de la fase de extensión. Si el hueso en­tra en una fase del movimiento craneosacral con más facilidad que en la otra (o si hay cualquier otra asimetría) indica la presencia de inercia. Si el hueso se mueve en flexión, pero no se mueve con la misma facilidad en extensión, entonces tiene lo que se llama un «patrón de flexión». Los patrones inerciales llevan el nombre de su direc­ción de movimiento preferida. Así, un patrón de flexión describe tejidos que se quedan atascados en la fase de flexión, y por tanto no se mueven en extensión.


Implicar al cuerpo en una «conversación» para clarificar cómo contiene las pautas de expe­riencia requiere plantear preguntas claras y ser capaz de escuchar las respuestas. Este tipo de in­dagación se denomina tradicionalmente test de movimiento. Como todas las herramientas del tra­bajo craneosacral, el test de movimiento se hace con delicadeza, dando espacio y teniendo respeto por los límites del sistema del paciente.

Diálogo con los fluidos
Anteriormente hemos visto que la inercia crea patrones de movimiento excéntricos en los flui­dos a los que damos el nombre de fluctuaciones laterales. La observación de cómo se mueven los fluidos en torno a un patrón de resistencia puede indicar la localización del fulcro organizador inercial. Si hace falta cualquier clarificación se pueden sugerir movimientos sutiles a los fluidos para ver cómo se comportan. El terapeuta puede sugerir una leve presión en la dirección de las fluctuaciones laterales con sus manos situadas a ambos lados de la parte del cuerpo que se está evaluando. Es como empujar suavemente un co­lumpio en su dirección de movimiento, ayudando así a intensificar o ampliar su movimiento. Por otra parte, si las fluctuaciones laterales no son evidentes pueden ser iniciadas delicadamente. El terapeuta llevará sutilmente la intención de em­pujar los fluidos primero de una mano a la otra y después en el otro sentido.



Haciendo el seguimiento de cómo los fluidos incorporan sus sugerencias, el terapeuta puede ubicar el fulcro inercial. Por ejemplo, ¿reenvían los fluidos un eco de la sugerencia presentada o es absorbida por los tejidos? Si los fluidos en­cuentran un lugar de inercia rebotarán al golpear con la resistencia de los tejidos, creando un im­pulso de vuelta que podrá ser sentido por las ma­nos del terapeuta. Observar el lugar en torno al cual se producen fluctuaciones laterales, remoli­nos o corrientes, ayuda a confirmar la localiza­ción del fulcro inercial.

La historia de Raquel
Raquel, una mujer de poco menos de treinta años, vino a mi consulta quejándose de un dolor agudo en la parte baja de la espalda. Sus síntomas habían empezado tres semanas antes, aunque ha­bía notado molestias desde que sufrió un accidente automovilístico hacía cinco años. También había padecido dolores pélvicos intermitentes durante algunos años y tensión premenstrual grave. Du­rante el examen descubrí que tenía un espasmo agudo en los músculos de la parte baja de la espal­da y que la movilidad de algunas de sus vértebras lumbares estaba reducida. Al palpar la parte baja del abdomen mostraba mucha sensibilidad y los músculos se ponían en guardia, especialmente en el lado izquierdo. Cuando sintonicé con la marea de fluidos de esa región pude sentir un eco muy fuerte que parecía emanar del ovario izquierdo. El movimiento de fluidos daba la sensación de estar bastante desorganizado. Recomendé a Raquel que se sometiera a algunas pruebas más para descubrir la causa de este hallazgo. Un par de semanas des­pués un escáner pélvico reveló la presencia de un tumor benigno en el ovario izquierdo.


Sugerí que podríamos trabajar este problema con el método craneosacral y Raquel accedió. Comenzamos el tratamiento facilitando la expre­sión del movimiento respiratorio primario en los tejidos de la parte baja de la espalda y la pelvis. Tenía la parte baja de la columna muy tensa, y un fuerte tirón en los tejidos conjuntivos de la pelvis que hacían que estuviera torcida. Parecía que esto daba como resultado una compresión del ovario izquierdo, cuya capacidad de incorporar el Aliento de Vida estaba restringida. Algunos de esos patrones se distendieron tras unas sesiones de tratamiento.

A continuación intenté restablecer la expre­sión de potencia en su ovario izquierdo. Para ello animé suavemente al fluido y a la potencia a diri­girse hacia el ovario izquierdo facilitando la fluc­'túáción lateral entre mis manos, situadas a ambos lados del vientre, por delante y por detrás (se pueden sugerir fluctuaciones laterales tanto con fines curativos como diagnósticos). Entre tanto, Raquel sintió un tirón en el lado izquierdo de su pelvis seguido por una profunda sensación de re­lajación y apertura.

Dos meses después Raquel volvió a hacerse pruebas para evaluar el estado de su tumor y le dijeron que se había reducido considerablemente. Ha seguido notando una mejoría de su problema de espalda y ya no sufre los debilitantes síntomas de la tensión premenstrual.

Fuente: Michael Kern, libro completo de terapia craneosacral.



LA EXTENSIÓN EN V

Es una técnica antiálgica que de momento no tiene explicación científica aunque si tiene hipótesis. El V spread es una técnica antiálgica local. Se puede hacer en cualquier parte del cuerpo.

Primero tendremos que sentir el movimiento flexo-extensión en cualquier parte del cuerpo y localizar la zona donde no exista dicho movimiento y seguramente sea dolorosa.

Se trata de poner las manos en V y trazar un vector opuesto que pase por el eje medial y en la zona opuesta del dolor colocamos un dedo y escuchar lo que llamamos un pulso terapéutico similar a un pulso cardiaco. En la otra zona colocaremos el dedo índice y el dedo medio a ambos lados del sitio dolorido, por eso se llama en V spread, que en ingles se traduce como extenderse.

Estaremos ahí hasta que el pulso de la otra mano desaparezca y por tanto el dolor haya disminuido. La mano se tiene que fundir con los tejidos del paciente energéticamente hablando.

Procuraremos que el paciente nos dé una escala de valoración del dolor, por ejemplo entre el uno y el diez.

Podemos aplicar un poco de separación en el tejido fascial del paciente con la mano colocada en V. También podemos poner la mano opuesta en la parte superior del cráneo y la otra V en cualquier parte del cuerpo. Procuraremos que nuestra imaginación conecte ambos pulsos marcados por nuestros dedos, como una línea que atraviesa esos puntos. Va ha llegar un momento en que el punto de dolor va ha ir desapareciendo.

La extensión en V es una técnica directa de la mente sobre la materia. Colocamos las dos manos juntas como indica el dibujo en cualquier tejido duro, en cualquier sutura o articulación u órgano. Después de unos momentos sentiremos una pulsación que crece o disminuye en intensidad o ritmo, después esto cederá y notaremos un ablandecimiento palpable del tejido o una mejoría en la articulación. También se pueden notar resultados muy satisfactorios aplicándolo a las zonas dolorosas o puntos gatillo.

Nosotros procuraremos notar una corriente de energía fluyendo a través de nuestras manos.

Yo personalmente uso el impulso rítmico craneal, o movimiento respiratorio primario para seguir esa fluctuación energética por el aura de la persona y, asi percibo cinestésicamente los nudos de energía o quistes energéticos. Una vez localizado ese torbellino de energía retorcida y, que puede adoptar diferentes formas y tamaños, se procede a su disolución y limpieza. Después de tiene que recargar la zona del aura afectada y, volver a realizar esta sanación en los próximos dias, para asegurar que esa zona del aura quede reflejando correctamente las mareas internas del ser humano.

Si fortalecemos el campo de energía humano, la salud integral e innata del ser humano se realiza de forma automática.

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