Andrée Fleming-Holland R. –
Publicado en la Revista Mexicana de Logoterapia #3 Primavera 2000, México
Publicado en la Revista Mexicana de Logoterapia #3 Primavera 2000, México
Sin duda, los seres humanos de todos los tiempos, se han hecho preguntas similares: ¿Quién soy?, ¿hacía donde voy?, ¿cuál es el sentido de la vida y de mi vida?.
Las respuestas a lo largo de la historia humana han sido variables. Muchas de ellas se inscriben en los principios de las grandes religiones o de los sistemas filosóficos, también se nutren de la sabiduría popular de los pueblos. Además de la riqueza encerrada en las creencias y los aprendizajes heredados, y en las tradiciones de los pueblos, de las comunidades y de los clanes, se requiere lo que alguien ha llamado la mirada interior, es decir, la exploración del propio ser, para encontrar los caminos más profundos y personales.
Probablemente, quienes han captado y descrito con mayor insistencia la dimensión del vacío como fenómeno humano, fueron los filósofos existencialistas. Por cierto que ellos no nos ofrecen respuestas totales, pero si nos muestran un camino de reflexión en el que cada hombre y cada mujer requiere entrar en contacto íntimo consigo mismo para encontrar sus propias respuestas en lo más hondo de su alma. Kierkegaar, Buber, Heideger y Sartre, entre otros, enfocan su atención en conceptos tales como la libertad para elegir y decidir, y por ende en la responsabilidad que esto implica. En este sentido, su visión resulta ser mas esperanzadora que otras posiciones que sostienen que el hombre está totalmente determinado por sus condiciones históricas y sociales.
Sin embargo, no se puede negar la influencia evidente de la sociedad, de la cultura, de la historia misma, en las creencias y actitudes de los individuos. Pudiéramos decir que existen terrenos mas o menos fértiles para que los seres humanos desarrollen lo mejor de sí mismos o para que no lo hagan.
A nivel social y familiar, podemos claramente encontrar ejemplos que promueven la comunicación y el respeto; y otros en los que el abuso, la violencia y la sin razón, son norma cotidiana. Desafortunadamente la sociedad de hoy en día, ofrece aspectos preocupantes en los que pareciera que el ser humano ha perdido la brújula de su existencia y la calidad de su esencia. No son raros los ejemplos que podrían llevarnos a cambiar el título “auto-otorgado” de “Homo Sapiens” por el de “Homo Consumens” u “Homo Violentis”.
Consumir es la regla de oro de hoy, no hasta la saciedad, sino hasta la indigestión. La creencia subyacente en este consumir ilimitado, es la de que todo aquello que se compra, que se usa, que se posee o que se ingiere va a contribuir a llenar el vacío. La prueba de esto no es así es el hecho de que la satisfacción nunca llega. El “Homo Consumens” siempre requiere más de lo mismo, o bien del nuevo modelo, bajo la creencia de que una nueva variable va a representar la satisfacción deseada. El ejemplo más dramático de esta lógica insana la encontramos en el consumo compulsivo de drogas psicoactivas, mal creciente de nuestros tiempos, que solo contribuye a aumentar el vacío existencial, a pesar de los efímeros momentos de exaltación químicamente inducida. Pero no solo los consumidores de drogas son presa de que algo o alguien de afuera va a solucionar el problema existencial. Son muchos los que confunden el nutrimento o el complemento con la solución. Algunas relaciones de pareja representan un buen ejemplo de este modo de vivir consumista en las que la atención se enfoca en el proceder del otro como fuente única de bienestar y de satisfacción. Las consecuencias de este tipo de concepción son la obsesión, el control y la insatisfacción a largo plazo. En cambio, cuando la relación se enfoca en un acompañarse y respetarse, conservando la responsabilidad y los propios anhelos, pueden construir un terreno fértil para el crecimiento de sus miembros. En este enfoque en lugar de controlar se comparte.
Otro ejemplo de consumo sin satisfacción puede ser la actividad sexual cuando no se acompaña de ciertas actitudes como la responsabilidad, el respeto, la generosidad y en última instancia del efecto o el amor que agrega a la satisfacción sexual el componente de la intimidad y de la cercanía y por lo tanto confiere a la experiencia una mayor plenitud. El problema con el sexo compulsivo, es que al igual que los otros “Pseudosatisfactores” externos, en lugar de llenar el vacío lo ahondan.
La violencia es otro de los grandes males de nuestro tiempo. Ciertamente los hombres de todas las épocas han tenido una propensión a experimentar la violencia en determinadas circunstancias y han matado por ideales (el Rey, la religión, la patria), por hambre, por desesperación, por afán de poder o por combinación de estas o de otras causas. Seguramente si hacemos un balance histórico resultaremos ser la especie biológica más depredadora de sí misma. Pareciera que la guerra en algún grado forma parte y formará parte del transcurrir humano, aunque en lo personal quisiera pensar lo contrario. Pero hay otros tipos de violencia a los que quiero referirme. Una es la violencia cotidiana que inunda nuestras ciudades, nuestras calles y los mismos hogares de muchas familias. Es la violencia que absurdamente deja a unos hijos sin padre o sin madre, que secuestra y negocia con vidas humanas, que lanza a miles de niños a la barbarie de la vida en las calles, parques y alcantarillas, que arrebata a mucha gente honorable sus sustento o sus ahorros; es la violencia que propone una cultura de la muerte y no de la vida, que a veces se refleja en el cine, en la televisión, en la música, en las expresiones y costumbres de algunos grupos sociales. Sin duda el desempleo y el hambre juegan un papel en este tipo de violencia, pero a mi entender, no es el aspecto más importante. Por último, el que roba por hambre no necesita matar y con frecuencia no lo hace. En la falta de respeto a la vida hay factores que juegan un papel a los que quiero referirme brevemente.
En primer lugar hay una profunda crisis de valores que sitúa al poder y al dinero –nuevamente la lógica- Consumista, utilitaria, adictiva- sobre el bien más preciado que es la vida humana. “El respeto a la vida de todo aquel que nace es fundamento de todos los derechos humanos. La violación sistemática de este derecho forma parte de una sociedad enferma y decadente que ha perdido su propio horizonte”.
Hay otros dos elementos que aunque relacionados entre sí no son exactamente lo mismo y con frecuencia se les confunde o se les unifica en un solo problema. se trata del narcotráfico y de la adicción a sustancias psicoactivas. Frecuentemente leemos en la prensa o escuchamos en los noticieros sobre los crímenes relacionados con el narcotráfico. En unos cuantos años nuestro país se ha convertido en un país productor, de tráfico y también consumidor de una gran cantidad de drogas ilegales. Más aún, exporta mano de obra ya no solo para trabajar en los campos californianos, sino para prestar servicio en la última modalidad, una de las más sofisticadas y mortíferas, para la producción de drogas ilegales adictivas: los laboratorios clandestinos para la síntesis de drogas de diseño. Hay que decirlo fuerte: el objetivo de colmar un mercado de jóvenes, por intereses meramente económicos, con sustancias seductoras por sus efectos inmediatos que pueden dañar irreversiblemente el sistema nervioso y aún producir la muerte, es una acción criminal y maquiavélica que no puede ser tolerada. el narcotráfico representa un auténtico cáncer que corrompe poblaciones y sociedades enteras. Además de la lucha directa que requiere del auténtico desarrollo social e individual –la circulación de los auténticos valores humanos- para enfrentar este mal. La guerra de poder entre narcotraficantes y de estos con los sistemas judiciales es un claro ejemplo de la descomposición social.
La otra violencia se relaciona no con el narcotráfico, sino directamente con el consumo abusivo de drogas, entre las que nuestro país ocupa un papel preponderante el alcohol. El problema no es propiamente el alcohol, sino el abuso del mismo, que transforma de tal manera la conducta, que pone a quien lo consume en situaciones de riesgo, en las que la violencia de cualquier tipo, ocasiona graves consecuencias.
Las drogas en la actualidad (legales o ilegales) asemejan a falsos profetas. Sus mensajes y efectos iniciales resultan seductores y atractivos, especialmente para la población joven proclive de una manera natural a experimentar, a tomar riesgos, a incursionar en lo nuevo. Cuan caro resulta para muchos jóvenes el decidirse por estos riesgos en particular, el costo puede implicar esclavitud, pérdida de valores y de sentido. De todas las puertas que pueden tocarse para llenar el vacío existencial, no he visto una mas falsa y engañosa que la de las drogas psicoactivas, y, sin embargo, esta se propone cotidianamente a través de diferentes medios y canales.
Aún hay un tipo de violencia más sutil al que quisiera referirme: la del hombre con otras especies naturales, la depredación sistemática, el ecocidio generalizado en aras de un supuesto progreso económico y material. La contaminación de los mares, de los ríos, de los campos, del aire, parece ser la regla de finales del siglo XX. En esta vorágine destructiva, el ser humano se ubica separado de la naturaleza y esto también contribuye a su orfandad y a su extravío. Las culturas mesoamericanas y norteamericanas precolombianas (incluyendo lo que queda de ellas) tuvieron relaciones radicalmente distintas con el enorme entorno natural, seguramente se sentían integradas a él y esto les daba una sensación de pertenencia y de continuidad con el universo. Me pregunto Yo: no era más congruente con el plan de hombre y con el plan divino la sacralización de lo natural, el culto al sol y a la tierra, al agua y al aire, a los animales y a las plantas, que el culto al dinero, al poder, al consumo y a los falsos profetas?. Perderle el respeto a la naturaleza es una de las grandes perversidades de nuestros días, pues en el fondo es perderle el respeto a aquello de lo cual también estamos hechos y es perder uno de nuestros referentes vitales más importantes.
Se requiere de un gran esfuerzo creativo, de un compromiso permanente, de la imaginación de muchos jóvenes y de la guía congruente de muchos adultos para revertir las tendencias actuales y devolverle a la vida su condición de valor absoluto. Afortunadamente hay muchas luces de esperanza, innumerables respuestas encaminadas al reencuentro del hombre con lo mejor de sí mismo, incontables hechos individuales y colectivos que nos muestran caminos y opciones a favor de la vida y del desarrollo humano.
“Cuando le preguntaban a Freud al final de sus días cuales eran las cosas más importantes de la vida, él respondía: amar y trabajar. A esa sencilla conclusión llegaba después de años de trabajo para descifrar los enigmas de lamente humana. A partir de esta consideración podríamos proponer la idea de que la respuesta al problema de la existencia humanase encuentra en el marco de las relaciones interpersonales y en el terreno de la creatividad personal”.
Volviendo la mirada hacia el pensamiento de los filósofos existencialistas y particularmente de sus ideas sobre elección, decisión, libertad y responsabilidad. Observamos como estos tuvieron una influencia significativa en diferentes autores de la Psicología y de la Psicoterapia. Quisiera referirme, por la importancia para el tema que nos atañe al psiquiatra austríaco Viktor Frankl. Él sobrevivió al holocausto durante la segunda guerra mundial después de haber estado confinado en un campo de concentración como tantos otros miles de judíos. La enorme lección de Frankl es el haber encontrado en ese ambiente adverso la esperanza y la fortaleza para sobrevivir y la inspiración para crear un método psicoterapéutico basado en la búsqueda del sentido o del significado: la logoterapia.
“El hallazgo del sentido se da cuando un ser humano:
- Descubre una verdad sobre sí mismo: “Así soy Yo”.
- Toma conciencia sobre alternativas de elección.
- Experimenta su unicidad.
- Actúa responsablemente.
- Realiza actividades significativas.
- Percibe la verdad, la belleza y el amor.
- Trasciende sus intereses a través del amor y del servicio.
- Transforma el dolor y el sufrimiento en oportunidades”
El descubrimiento de sí mismo, con defectos y cualidades, con errores y aciertos, es decir, la aplicación de la auténtica humildad coloca a las personas en posición de asumir las propias limitaciones y potencialidades. Admitir las fallas y errores abre las posibilidades de cambio personal y no en la obsesión de cambiar o de controlar a otros. “Una de las mayores limitantes que los hombres pueden auto-imponerse es la de limitar sus opciones a las mínimas o con frecuencia a una sola posibilidad o alternativa. El hombre se vive así como víctima de las consecuencias que lo determinan en forma absoluta. Es cierto que el margen de posibilidades no siempre es muy amplío, pero aún en condiciones de estrechez reales, siempre hay opciones”. Los ejemplos múltiples los aportan seres en situaciones de discapacidad o de desventaja física o social que abre puertas dando muestra de lo que se puede lograr cuando alguien se lo propone a pesar de la adversidad. El mismo camino de Viktor Frankl nos muestra esta posibilidad de elegir: difícilmente puede concebirse algo más desolador y aterrador que un capo de concentración y ahí fue donde desarrolló este médico un método basado en la esperanza. El discapacitado físico que triunfa en el deporte, el hombre o la mujer que se sobreponen a la tragedia, las minorías marginadas que viven con dignidad y con alegría su diferencia, el pobre que se supera, el rico que comparte su riqueza, la mujer que decide romper los paradigmas de sumisión tradicionales, el hijo de un alcohólico que decide no beber, el joven que responsablemente decide romper con una imposición familiar; todos estos y muchos más son ejemplos de cómo el hombre tiene la capacidad de abrir puertas: siempre si uno así lo decide hay, por una puerta que se cierra, otras que pueden abrirse. El problema no radica en la falta de puertas reales o potenciales, sino en la actitud mental que no visualiza “más allá de sus propias narices”. La vida es una gama inmensa de posibilidades y de oportunidades; para verlas se requiere una actitud mental abierta y propositiva.
Cada ser es único en tanto que posee características que lo distinguen de otros seres humanos.
Por ello decía Yo que ciertas respuestas existenciales residen en el interior de cada hombre y de cada mujer. Cada persona tiene sus propios talentos y también sus propias limitantes. Los seres humanos son no solo aquello que se les ve sino también aquello que traen oculto y que les puede permitir ser seres más plenos y desarrollados. Carl Rogers, probablemente el psicólogo que mejor ha expresado la necesidad de considerar la subjetividad en el ser humano, habla del “proceso de convertirse en persona”, refiriéndose precisamente a ser aquello que responde a los propios anhelos, a las propias capacidades, a la propia esencia; en contraposición a aquellos patrones y expectativas sociales o culturales. Esto no se refiere a romper por rebeldía o por resentimiento, pues en este caso hablamos de reaccionar ante otros y no de actuar por sí y para sí. El que reacciona no sigue los dictados de su corazón y en el fondo depende tanto como aquel que se somete sin excepciones. Llegar a ser aquella persona que cada quien está destinada a ser, no significa actuar en contra de nadie sino a favor de sí mismo. El encuentro y la aceptación de este ser particular y único que cada quien, constituye la base de la autoestima y esta a su vez es el ingrediente básico del bienestar personal.
Quizás una de las lecciones indispensables que tenemos que extraer de este siglo es sobre la necesidad de tolerar o aún más, de respetar las diferencias. La historia pasada y reciente nos muestra ejemplos de intolerancia extrema que solo puede conducir a la confrontación estéril, a la guerra y a la muerte. Sin embargo, también este es un siglo en el que se ha puesto sobre la mesa la necesidad de convivir en una sociedad plural y con diversas realidades étnicas, culturales, políticas, religiosas, sexuales y en otros tantos temas que ya no son tabúes. Uno de los grandes retos para el siglo XXI es el de aprender a vivir la tolerancia o mejor aún el respeto. La primera implica el reconocimiento de que el otro está ahí, que es distinto a mí y de que tengo que coexistir pacíficamente con él. El respeto es una actitud mucho más profunda y generosa, pues implica el reconocimiento de la riqueza y del potencial en la diferencia y es una actitud que reconoce el valor de cada ser humano que admite y aprecia su propia unicidad, que se autoexplora y autocrítica sanamente, está bien colocado para respetar a otros seres humanos.
Como decía Carl Rogers: “Entre más ahondo en mí mismo como persona, más afirmo mi raíz comunitaria con los otros hombres”.
La responsabilidad es la consecuencia lógica de la libertad. Vivir con responsabilidad es la consecuencia lógica de la libertad. Vivir con responsabilidad implica asumir la propia vida, los actos y sus consecuencias. Aquel que vive enfocado en lo que hacen o dejan de hacer los demás y justifica a partir de ello sus fracasos y desatinos, ansiedades y depresiones es un ser que no está viviendo responsablemente. William Glasser, psiquiatra que acuño el término y el método de “terapia de la realidad” basa su teoría y su técnica en la adquisición de responsabilidad. Bajo este enfoque la atención se centra en las consecuencias más que en las causas de la conducta humana, bajo la premisa de que el hombre siempre puede modificar su conducta hacia patrones más responsables que se traducen en autorrealización personal. Glasser define la responsabilidad como “la habilidad para satisfacer las propias necesidades sin privar a otros de la satisfacción de sus propias necesidades”. Glasser se enfoca la satisfacción de dos necesidades básicas, comunes a toda la especie humana: “amar y ser amado” y “sentirse valioso ante sí mismo y ante otros”.
Este esquema sencillo muestra un camino de trabajo para lograr el desarrollo personal así como una guía para aquellos que interaccionan con seres humanos en los campos de la psicoterapia o de la educación.
Abraham Maslow, uno de los pilares de la Psicología Humanística, formula su teoría de las necesidades humanas, entre las que se encuentran desde las fisiológicas, necesarias para el mantenimiento de la vida desde el punto de vista biológico, hasta las relacionadas con el desarrollo que llevan a la autorrealización plena del ser humano, a estas les llama “valores del ser”.
Maslow coincide con Frankl en la idea de establecer vinculaciones significativas con las acciones y con las personas. Vincularse significativamente es la actitud opuesta a usar o utilizar. El artista que plasma en su arte su sello personal y que aplica lo mejor de su talento, el médico o el psicólogo que ve en su cliente o en su paciente a la persona humana en su totalidad y pone lo mejor de sus conocimientos a su servicio y de ayuda, el ciudadano común que aprecia y cuida a la naturaleza, el hombre religioso que trata de dar testimonio en su vida de fe, esperanza y amor, el científico que aplica su investigación al servicio del hombre y de la vida, el maestro que promueve con pasión el conocimiento en sus alumnos y tantos ejemplos mas de lo que representa la vinculación significativa. La actitud opuesta es ver al cliente al paciente o al alumno como una ficha más dentro de una larga lista, ver la obra de arte solo por su representación monetaria, utilizar a la religión para juzgar o descalificar a otros, usar la ciencia o la tecnología al servicio de la enajenación o de la muerte son ejemplos de vinculaciones utilitarias y no significativas. Significación es sentido, es satisfacción, es trascendencia.
También el significado se encuentra a través de percibir la belleza y de recibir el amor. La obra natural, la rica geografía Universal, Nacional, Veracruzana, esta ahí, a pesar del hombre, disponible para que el hombre aplique sus sentidos y abra su corazón para establecer contacto con ella. Mar y montaña, cielos y nubes, ríos y lagunas, árboles y pastizales, nieblas y nieve, sol, luna, estrellas, conjugación de colores entre los que destacan el azul y el verde y de este surgen tonalidades intensas de rosas, amarillos, naranjas, blancos, rojos, violetas. Tonalidades distintivas para cada época del año, para cada región, para cada rincón. Podría alguien imaginarse un manjar visual más pleno y diversificado? De vez en cuando nos permitimos contemplar por un momento este entorno, este regalo? Por un momento nos ponemos a pensar en la disposición de agradecer el maravilloso don de la vista al apreciar lo que nos puede dar?.
La apreciación y el disfrute del arte en cualquiera de sus manifestaciones es otra fuente de riqueza para la vasta sensibilidad humana. Aquí también es dar a los sentidos no solo el aspecto utilitario, sino el papel que tienen para vincularnos a través de la belleza con lo más íntimo y profundo del alma humana.
Quizás ningún otro tema ha recibido tanta atención por filósofos, psicólogos, poetas, artistas, religiosos y también por el hombre común como el tema del amor. Glasser, Maslow, Frankl, entre otros, nos hablan de él como necesidad esencial en el ser humano. Fromm nos habla de las distintas variables del amor: el fraterno, el paterno, el filial, al amor erótico, al amor a Dios, como cada quien lo conciba. Nos habla también del respeto, cuidado y de la responsabilidad como ingredientes necesarios para el amor maduro. Las contrapartes de estas características serían la manipulación, dominación, sin embargo, en el marco de la responsabilidad personal cada parte requiere asumir su propia vida y sus propias decisiones.
El concepto del amor se relaciona íntimamente con el concepto de servir, es decir, la preocupación sana y genuina por otros traducida en acciones concretas de ayuda, de apoyo y de solidaridad con otros. Me parece que en esencia somos un pueblo solidario, de no ser así no podríamos explicar la sobrevivencia de tantas familias en medio del subdesarrollo, de falta de empleo, de vivencia y de servicios.
Sin embargo, la vida moderna tiende en ocasiones a enajenarnos y a ocupar gran parte de nuestro tiempo, en el transporte, a veces sentados horas frente a una computadora o al televisor, a veces conviviendo en torno a una botella de licor en el contexto de “beber más que convivir”.
Es necesario voltear la mirada hacia otros, al interior de las familias o fuera de ellas, al interior de las comunidades, en las iglesias, en las escuelas, en el trabajo, en las asociaciones civiles. Algo que está marcando este fin de siglo es la sustitución de un estado omnipotente y paternalista por una sociedad coparticipativa y responsable, sin exentar a los gobiernos de sus obligaciones, pero buscando la participación de la comunidad para la solución de los grandes problemas que nos atañen: los niños, especialmente los de la calle y los que sufren de abuso y violencia, los ancianos, los discapacitados, los adictos al alcohol y otras drogas, los enfermos de SIDA, los enfermos mentales, los presos y muchos más son seres humanos con enormes carencias y necesidades que están ahí afuera esperando de un acto de buena voluntad, de servicio y de solidaridad humana.
En campo fundamental en nuestros días es la de la promoción de al salud y la prevención de adicciones y de otras enfermedades evitables entre los niños y los adolescentes. Hay que informarse, que capacitarse, que asociarse y que trabajar con fe y con pasión para la construcción de un mundo mejor. La esperanza debe y puede ser más grande que los problemas que nos aquejan.
En suma dar y recibir forma parte de un círculo en el que ambas actitudes se retroalimentan y se complementan. En el dar y recibir se concreta la experiencia del contacto genuino y profundo con lo humano, con lo natural y con lo divino.
Un último punto que propone Frankl en la búsqueda de sentido es la transformación de las experiencias dolorosas en oportunidades. Su propio ejemplo en el campo de concentración nos indica claramente la búsqueda de este camino. Esta posición ante el dolor, no se recrea con él en una actitud estéril y masoquista, sino que enfrenta el dolor inherente el hecho mismo de vivir con una postura creativa y esperanzadora.
En el caso de Rabino Harold Kushner es aleccionador; este hombre tuco que enfrentar el sufrimiento y muerte de su único hijo quien padeció una de las enfermedades más raras y caprichosas llamada “síndrome de envejecimiento prematuro”. El, como hombre de fe, tuvo que replantear y redescubrir su concepto de Dios, de su religión y de la vida en el curso de su largo duelo. Nos deja un valeroso testimonio en un libro traducido al español titulado: “cuando la gente buena sufre”. El concluye en su análisis final con una pregunta y con una aseveración:
“¿Podrán reconocer que la capacidad de perdonar y la capacidad de amar son las armas que Dios nos ha dado para permitirnos vivir plenamente, con valentía y dándole un significado a nuestra vida en este mundo imperfecto?
Pienso en Aarón y en todo lo que su vida me enseño y soy consciente de lo que mucho perdí y de lo mucho que gané. El ayer me parece menos doloroso y no le temo al mañana”.
Encontrarle un sentido final al dolor también está presente en la vida de muchos seres humanos que renacen al recuperarse de la adicción al alcohol y a otras drogas. He tenido la oportunidad de compartir un trecho del camino cerca de hombres y mujeres que se encuentran en este proceso.
La recuperación es ante todo la búsqueda de nuevos sentidos y significados ante un vacío profundo y doloroso (mucho más hondo que el natural vacío existencial humano) pues en este caso el vacío se ha visto alimentado por la inutilidad de un deseo y de una vida esclavizada al consumo de sustancias. Los adictos, cuando empiezan a vivir con sobriedad, son como seres que vienen de una guerra atroz con la gente, con el mundo y consigo mismos. Cargan sobre sus hombros cargas agobiantes: la conciencia del dolor que han sembrado a su alrededor, el abandono y la traición de valores y de ideales, la sensación de una vida inútil, el autoreproche ante el tiempo perdido. En estas encrucijadas hay dos alternativas: la negación para seguir ocultando estas realidades o la toma dolorosa de conciencia y de responsabilidad para iniciar la nueva búsqueda.
El dolor adquiere sentido para buscar en lo más profundo de sí mismo los nuevos motivos para vivir, para valorar la salud, la vida y el amor, para encontrar el sentido del servicio, en suma, para vincularse significativamente con los valores, con las personas, con el trabajo, con el servicio, con la naturaleza, con el universo y con lo divino.
Estos seres requieren retomar algo que todos necesitamos en nuestras vidas y que es precisamente la idea de un “proyecto de vida” que incluye metas y objetivos, abarcando las diferentes áreas vitales: salud, educación, relaciones interpersonales, trabajo, recreación, deporte, diversión y sobre todo valores fundamentales cuya observancia fiel es el insumo más importante para una vida plena de significados. Para construir este proyecto necesitamos tomar la inspiración y el aliento fuera para buscar la respuesta final adentro de nuestro ser.
Bibliografía:
- Frankl V. E. (1980); Psicoanálisis y existencialismo; México: Fondo de Cultura económica.
- Frankl V. E. (1982); Psicoterapia y humanismo; México: Fondo de Cultura económica.
- Frankl V. E. (1990); Ante el vacío existencial; Barcelona: Herder.
- Frankl V.E. (1990); El hombre doliente; Barcelona: Herder.
- Frankl V.E. (1993); El hombre en busca de sentido; Barcelona: Herder.
- Frankl V.E. (1994); Logoterapia y análisis existencial; Barcelona: Herder.
- Fromm E. (1966); El corazón del hombre; México: Fondo de Cultura Económica.
- Kushner H.; Cuando la gente buena sufre. Barcelona: EMECE.
- Rogers. Carl, (1993), El proceso de convertirse en persona. México: Paidós.
Dra. Andrée Fleming-Holland
Psicóloga con doctorado en Psicología,
Docente de la Facultad de Psicología, Universidad de Veracruz, Xalapa
Introductora de la psicología humanista en la ciudad de Xalapa, Veracruz.
Las respuestas a lo largo de la historia humana han sido variables. Muchas de ellas se inscriben en los principios de las grandes religiones o de los sistemas filosóficos, también se nutren de la sabiduría popular de los pueblos. Además de la riqueza encerrada en las creencias y los aprendizajes heredados, y en las tradiciones de los pueblos, de las comunidades y de los clanes, se requiere lo que alguien ha llamado la mirada interior, es decir, la exploración del propio ser, para encontrar los caminos más profundos y personales.
Probablemente, quienes han captado y descrito con mayor insistencia la dimensión del vacío como fenómeno humano, fueron los filósofos existencialistas. Por cierto que ellos no nos ofrecen respuestas totales, pero si nos muestran un camino de reflexión en el que cada hombre y cada mujer requiere entrar en contacto íntimo consigo mismo para encontrar sus propias respuestas en lo más hondo de su alma. Kierkegaar, Buber, Heideger y Sartre, entre otros, enfocan su atención en conceptos tales como la libertad para elegir y decidir, y por ende en la responsabilidad que esto implica. En este sentido, su visión resulta ser mas esperanzadora que otras posiciones que sostienen que el hombre está totalmente determinado por sus condiciones históricas y sociales.
Sin embargo, no se puede negar la influencia evidente de la sociedad, de la cultura, de la historia misma, en las creencias y actitudes de los individuos. Pudiéramos decir que existen terrenos mas o menos fértiles para que los seres humanos desarrollen lo mejor de sí mismos o para que no lo hagan.
A nivel social y familiar, podemos claramente encontrar ejemplos que promueven la comunicación y el respeto; y otros en los que el abuso, la violencia y la sin razón, son norma cotidiana. Desafortunadamente la sociedad de hoy en día, ofrece aspectos preocupantes en los que pareciera que el ser humano ha perdido la brújula de su existencia y la calidad de su esencia. No son raros los ejemplos que podrían llevarnos a cambiar el título “auto-otorgado” de “Homo Sapiens” por el de “Homo Consumens” u “Homo Violentis”.
Consumir es la regla de oro de hoy, no hasta la saciedad, sino hasta la indigestión. La creencia subyacente en este consumir ilimitado, es la de que todo aquello que se compra, que se usa, que se posee o que se ingiere va a contribuir a llenar el vacío. La prueba de esto no es así es el hecho de que la satisfacción nunca llega. El “Homo Consumens” siempre requiere más de lo mismo, o bien del nuevo modelo, bajo la creencia de que una nueva variable va a representar la satisfacción deseada. El ejemplo más dramático de esta lógica insana la encontramos en el consumo compulsivo de drogas psicoactivas, mal creciente de nuestros tiempos, que solo contribuye a aumentar el vacío existencial, a pesar de los efímeros momentos de exaltación químicamente inducida. Pero no solo los consumidores de drogas son presa de que algo o alguien de afuera va a solucionar el problema existencial. Son muchos los que confunden el nutrimento o el complemento con la solución. Algunas relaciones de pareja representan un buen ejemplo de este modo de vivir consumista en las que la atención se enfoca en el proceder del otro como fuente única de bienestar y de satisfacción. Las consecuencias de este tipo de concepción son la obsesión, el control y la insatisfacción a largo plazo. En cambio, cuando la relación se enfoca en un acompañarse y respetarse, conservando la responsabilidad y los propios anhelos, pueden construir un terreno fértil para el crecimiento de sus miembros. En este enfoque en lugar de controlar se comparte.
Otro ejemplo de consumo sin satisfacción puede ser la actividad sexual cuando no se acompaña de ciertas actitudes como la responsabilidad, el respeto, la generosidad y en última instancia del efecto o el amor que agrega a la satisfacción sexual el componente de la intimidad y de la cercanía y por lo tanto confiere a la experiencia una mayor plenitud. El problema con el sexo compulsivo, es que al igual que los otros “Pseudosatisfactores” externos, en lugar de llenar el vacío lo ahondan.
La violencia es otro de los grandes males de nuestro tiempo. Ciertamente los hombres de todas las épocas han tenido una propensión a experimentar la violencia en determinadas circunstancias y han matado por ideales (el Rey, la religión, la patria), por hambre, por desesperación, por afán de poder o por combinación de estas o de otras causas. Seguramente si hacemos un balance histórico resultaremos ser la especie biológica más depredadora de sí misma. Pareciera que la guerra en algún grado forma parte y formará parte del transcurrir humano, aunque en lo personal quisiera pensar lo contrario. Pero hay otros tipos de violencia a los que quiero referirme. Una es la violencia cotidiana que inunda nuestras ciudades, nuestras calles y los mismos hogares de muchas familias. Es la violencia que absurdamente deja a unos hijos sin padre o sin madre, que secuestra y negocia con vidas humanas, que lanza a miles de niños a la barbarie de la vida en las calles, parques y alcantarillas, que arrebata a mucha gente honorable sus sustento o sus ahorros; es la violencia que propone una cultura de la muerte y no de la vida, que a veces se refleja en el cine, en la televisión, en la música, en las expresiones y costumbres de algunos grupos sociales. Sin duda el desempleo y el hambre juegan un papel en este tipo de violencia, pero a mi entender, no es el aspecto más importante. Por último, el que roba por hambre no necesita matar y con frecuencia no lo hace. En la falta de respeto a la vida hay factores que juegan un papel a los que quiero referirme brevemente.
En primer lugar hay una profunda crisis de valores que sitúa al poder y al dinero –nuevamente la lógica- Consumista, utilitaria, adictiva- sobre el bien más preciado que es la vida humana. “El respeto a la vida de todo aquel que nace es fundamento de todos los derechos humanos. La violación sistemática de este derecho forma parte de una sociedad enferma y decadente que ha perdido su propio horizonte”.
Hay otros dos elementos que aunque relacionados entre sí no son exactamente lo mismo y con frecuencia se les confunde o se les unifica en un solo problema. se trata del narcotráfico y de la adicción a sustancias psicoactivas. Frecuentemente leemos en la prensa o escuchamos en los noticieros sobre los crímenes relacionados con el narcotráfico. En unos cuantos años nuestro país se ha convertido en un país productor, de tráfico y también consumidor de una gran cantidad de drogas ilegales. Más aún, exporta mano de obra ya no solo para trabajar en los campos californianos, sino para prestar servicio en la última modalidad, una de las más sofisticadas y mortíferas, para la producción de drogas ilegales adictivas: los laboratorios clandestinos para la síntesis de drogas de diseño. Hay que decirlo fuerte: el objetivo de colmar un mercado de jóvenes, por intereses meramente económicos, con sustancias seductoras por sus efectos inmediatos que pueden dañar irreversiblemente el sistema nervioso y aún producir la muerte, es una acción criminal y maquiavélica que no puede ser tolerada. el narcotráfico representa un auténtico cáncer que corrompe poblaciones y sociedades enteras. Además de la lucha directa que requiere del auténtico desarrollo social e individual –la circulación de los auténticos valores humanos- para enfrentar este mal. La guerra de poder entre narcotraficantes y de estos con los sistemas judiciales es un claro ejemplo de la descomposición social.
La otra violencia se relaciona no con el narcotráfico, sino directamente con el consumo abusivo de drogas, entre las que nuestro país ocupa un papel preponderante el alcohol. El problema no es propiamente el alcohol, sino el abuso del mismo, que transforma de tal manera la conducta, que pone a quien lo consume en situaciones de riesgo, en las que la violencia de cualquier tipo, ocasiona graves consecuencias.
Las drogas en la actualidad (legales o ilegales) asemejan a falsos profetas. Sus mensajes y efectos iniciales resultan seductores y atractivos, especialmente para la población joven proclive de una manera natural a experimentar, a tomar riesgos, a incursionar en lo nuevo. Cuan caro resulta para muchos jóvenes el decidirse por estos riesgos en particular, el costo puede implicar esclavitud, pérdida de valores y de sentido. De todas las puertas que pueden tocarse para llenar el vacío existencial, no he visto una mas falsa y engañosa que la de las drogas psicoactivas, y, sin embargo, esta se propone cotidianamente a través de diferentes medios y canales.
Aún hay un tipo de violencia más sutil al que quisiera referirme: la del hombre con otras especies naturales, la depredación sistemática, el ecocidio generalizado en aras de un supuesto progreso económico y material. La contaminación de los mares, de los ríos, de los campos, del aire, parece ser la regla de finales del siglo XX. En esta vorágine destructiva, el ser humano se ubica separado de la naturaleza y esto también contribuye a su orfandad y a su extravío. Las culturas mesoamericanas y norteamericanas precolombianas (incluyendo lo que queda de ellas) tuvieron relaciones radicalmente distintas con el enorme entorno natural, seguramente se sentían integradas a él y esto les daba una sensación de pertenencia y de continuidad con el universo. Me pregunto Yo: no era más congruente con el plan de hombre y con el plan divino la sacralización de lo natural, el culto al sol y a la tierra, al agua y al aire, a los animales y a las plantas, que el culto al dinero, al poder, al consumo y a los falsos profetas?. Perderle el respeto a la naturaleza es una de las grandes perversidades de nuestros días, pues en el fondo es perderle el respeto a aquello de lo cual también estamos hechos y es perder uno de nuestros referentes vitales más importantes.
Se requiere de un gran esfuerzo creativo, de un compromiso permanente, de la imaginación de muchos jóvenes y de la guía congruente de muchos adultos para revertir las tendencias actuales y devolverle a la vida su condición de valor absoluto. Afortunadamente hay muchas luces de esperanza, innumerables respuestas encaminadas al reencuentro del hombre con lo mejor de sí mismo, incontables hechos individuales y colectivos que nos muestran caminos y opciones a favor de la vida y del desarrollo humano.
“Cuando le preguntaban a Freud al final de sus días cuales eran las cosas más importantes de la vida, él respondía: amar y trabajar. A esa sencilla conclusión llegaba después de años de trabajo para descifrar los enigmas de lamente humana. A partir de esta consideración podríamos proponer la idea de que la respuesta al problema de la existencia humanase encuentra en el marco de las relaciones interpersonales y en el terreno de la creatividad personal”.
Volviendo la mirada hacia el pensamiento de los filósofos existencialistas y particularmente de sus ideas sobre elección, decisión, libertad y responsabilidad. Observamos como estos tuvieron una influencia significativa en diferentes autores de la Psicología y de la Psicoterapia. Quisiera referirme, por la importancia para el tema que nos atañe al psiquiatra austríaco Viktor Frankl. Él sobrevivió al holocausto durante la segunda guerra mundial después de haber estado confinado en un campo de concentración como tantos otros miles de judíos. La enorme lección de Frankl es el haber encontrado en ese ambiente adverso la esperanza y la fortaleza para sobrevivir y la inspiración para crear un método psicoterapéutico basado en la búsqueda del sentido o del significado: la logoterapia.
“El hallazgo del sentido se da cuando un ser humano:
- Descubre una verdad sobre sí mismo: “Así soy Yo”.
- Toma conciencia sobre alternativas de elección.
- Experimenta su unicidad.
- Actúa responsablemente.
- Realiza actividades significativas.
- Percibe la verdad, la belleza y el amor.
- Trasciende sus intereses a través del amor y del servicio.
- Transforma el dolor y el sufrimiento en oportunidades”
El descubrimiento de sí mismo, con defectos y cualidades, con errores y aciertos, es decir, la aplicación de la auténtica humildad coloca a las personas en posición de asumir las propias limitaciones y potencialidades. Admitir las fallas y errores abre las posibilidades de cambio personal y no en la obsesión de cambiar o de controlar a otros. “Una de las mayores limitantes que los hombres pueden auto-imponerse es la de limitar sus opciones a las mínimas o con frecuencia a una sola posibilidad o alternativa. El hombre se vive así como víctima de las consecuencias que lo determinan en forma absoluta. Es cierto que el margen de posibilidades no siempre es muy amplío, pero aún en condiciones de estrechez reales, siempre hay opciones”. Los ejemplos múltiples los aportan seres en situaciones de discapacidad o de desventaja física o social que abre puertas dando muestra de lo que se puede lograr cuando alguien se lo propone a pesar de la adversidad. El mismo camino de Viktor Frankl nos muestra esta posibilidad de elegir: difícilmente puede concebirse algo más desolador y aterrador que un capo de concentración y ahí fue donde desarrolló este médico un método basado en la esperanza. El discapacitado físico que triunfa en el deporte, el hombre o la mujer que se sobreponen a la tragedia, las minorías marginadas que viven con dignidad y con alegría su diferencia, el pobre que se supera, el rico que comparte su riqueza, la mujer que decide romper los paradigmas de sumisión tradicionales, el hijo de un alcohólico que decide no beber, el joven que responsablemente decide romper con una imposición familiar; todos estos y muchos más son ejemplos de cómo el hombre tiene la capacidad de abrir puertas: siempre si uno así lo decide hay, por una puerta que se cierra, otras que pueden abrirse. El problema no radica en la falta de puertas reales o potenciales, sino en la actitud mental que no visualiza “más allá de sus propias narices”. La vida es una gama inmensa de posibilidades y de oportunidades; para verlas se requiere una actitud mental abierta y propositiva.
Cada ser es único en tanto que posee características que lo distinguen de otros seres humanos.
Por ello decía Yo que ciertas respuestas existenciales residen en el interior de cada hombre y de cada mujer. Cada persona tiene sus propios talentos y también sus propias limitantes. Los seres humanos son no solo aquello que se les ve sino también aquello que traen oculto y que les puede permitir ser seres más plenos y desarrollados. Carl Rogers, probablemente el psicólogo que mejor ha expresado la necesidad de considerar la subjetividad en el ser humano, habla del “proceso de convertirse en persona”, refiriéndose precisamente a ser aquello que responde a los propios anhelos, a las propias capacidades, a la propia esencia; en contraposición a aquellos patrones y expectativas sociales o culturales. Esto no se refiere a romper por rebeldía o por resentimiento, pues en este caso hablamos de reaccionar ante otros y no de actuar por sí y para sí. El que reacciona no sigue los dictados de su corazón y en el fondo depende tanto como aquel que se somete sin excepciones. Llegar a ser aquella persona que cada quien está destinada a ser, no significa actuar en contra de nadie sino a favor de sí mismo. El encuentro y la aceptación de este ser particular y único que cada quien, constituye la base de la autoestima y esta a su vez es el ingrediente básico del bienestar personal.
Quizás una de las lecciones indispensables que tenemos que extraer de este siglo es sobre la necesidad de tolerar o aún más, de respetar las diferencias. La historia pasada y reciente nos muestra ejemplos de intolerancia extrema que solo puede conducir a la confrontación estéril, a la guerra y a la muerte. Sin embargo, también este es un siglo en el que se ha puesto sobre la mesa la necesidad de convivir en una sociedad plural y con diversas realidades étnicas, culturales, políticas, religiosas, sexuales y en otros tantos temas que ya no son tabúes. Uno de los grandes retos para el siglo XXI es el de aprender a vivir la tolerancia o mejor aún el respeto. La primera implica el reconocimiento de que el otro está ahí, que es distinto a mí y de que tengo que coexistir pacíficamente con él. El respeto es una actitud mucho más profunda y generosa, pues implica el reconocimiento de la riqueza y del potencial en la diferencia y es una actitud que reconoce el valor de cada ser humano que admite y aprecia su propia unicidad, que se autoexplora y autocrítica sanamente, está bien colocado para respetar a otros seres humanos.
Como decía Carl Rogers: “Entre más ahondo en mí mismo como persona, más afirmo mi raíz comunitaria con los otros hombres”.
La responsabilidad es la consecuencia lógica de la libertad. Vivir con responsabilidad es la consecuencia lógica de la libertad. Vivir con responsabilidad implica asumir la propia vida, los actos y sus consecuencias. Aquel que vive enfocado en lo que hacen o dejan de hacer los demás y justifica a partir de ello sus fracasos y desatinos, ansiedades y depresiones es un ser que no está viviendo responsablemente. William Glasser, psiquiatra que acuño el término y el método de “terapia de la realidad” basa su teoría y su técnica en la adquisición de responsabilidad. Bajo este enfoque la atención se centra en las consecuencias más que en las causas de la conducta humana, bajo la premisa de que el hombre siempre puede modificar su conducta hacia patrones más responsables que se traducen en autorrealización personal. Glasser define la responsabilidad como “la habilidad para satisfacer las propias necesidades sin privar a otros de la satisfacción de sus propias necesidades”. Glasser se enfoca la satisfacción de dos necesidades básicas, comunes a toda la especie humana: “amar y ser amado” y “sentirse valioso ante sí mismo y ante otros”.
Este esquema sencillo muestra un camino de trabajo para lograr el desarrollo personal así como una guía para aquellos que interaccionan con seres humanos en los campos de la psicoterapia o de la educación.
Abraham Maslow, uno de los pilares de la Psicología Humanística, formula su teoría de las necesidades humanas, entre las que se encuentran desde las fisiológicas, necesarias para el mantenimiento de la vida desde el punto de vista biológico, hasta las relacionadas con el desarrollo que llevan a la autorrealización plena del ser humano, a estas les llama “valores del ser”.
Maslow coincide con Frankl en la idea de establecer vinculaciones significativas con las acciones y con las personas. Vincularse significativamente es la actitud opuesta a usar o utilizar. El artista que plasma en su arte su sello personal y que aplica lo mejor de su talento, el médico o el psicólogo que ve en su cliente o en su paciente a la persona humana en su totalidad y pone lo mejor de sus conocimientos a su servicio y de ayuda, el ciudadano común que aprecia y cuida a la naturaleza, el hombre religioso que trata de dar testimonio en su vida de fe, esperanza y amor, el científico que aplica su investigación al servicio del hombre y de la vida, el maestro que promueve con pasión el conocimiento en sus alumnos y tantos ejemplos mas de lo que representa la vinculación significativa. La actitud opuesta es ver al cliente al paciente o al alumno como una ficha más dentro de una larga lista, ver la obra de arte solo por su representación monetaria, utilizar a la religión para juzgar o descalificar a otros, usar la ciencia o la tecnología al servicio de la enajenación o de la muerte son ejemplos de vinculaciones utilitarias y no significativas. Significación es sentido, es satisfacción, es trascendencia.
También el significado se encuentra a través de percibir la belleza y de recibir el amor. La obra natural, la rica geografía Universal, Nacional, Veracruzana, esta ahí, a pesar del hombre, disponible para que el hombre aplique sus sentidos y abra su corazón para establecer contacto con ella. Mar y montaña, cielos y nubes, ríos y lagunas, árboles y pastizales, nieblas y nieve, sol, luna, estrellas, conjugación de colores entre los que destacan el azul y el verde y de este surgen tonalidades intensas de rosas, amarillos, naranjas, blancos, rojos, violetas. Tonalidades distintivas para cada época del año, para cada región, para cada rincón. Podría alguien imaginarse un manjar visual más pleno y diversificado? De vez en cuando nos permitimos contemplar por un momento este entorno, este regalo? Por un momento nos ponemos a pensar en la disposición de agradecer el maravilloso don de la vista al apreciar lo que nos puede dar?.
La apreciación y el disfrute del arte en cualquiera de sus manifestaciones es otra fuente de riqueza para la vasta sensibilidad humana. Aquí también es dar a los sentidos no solo el aspecto utilitario, sino el papel que tienen para vincularnos a través de la belleza con lo más íntimo y profundo del alma humana.
Quizás ningún otro tema ha recibido tanta atención por filósofos, psicólogos, poetas, artistas, religiosos y también por el hombre común como el tema del amor. Glasser, Maslow, Frankl, entre otros, nos hablan de él como necesidad esencial en el ser humano. Fromm nos habla de las distintas variables del amor: el fraterno, el paterno, el filial, al amor erótico, al amor a Dios, como cada quien lo conciba. Nos habla también del respeto, cuidado y de la responsabilidad como ingredientes necesarios para el amor maduro. Las contrapartes de estas características serían la manipulación, dominación, sin embargo, en el marco de la responsabilidad personal cada parte requiere asumir su propia vida y sus propias decisiones.
El concepto del amor se relaciona íntimamente con el concepto de servir, es decir, la preocupación sana y genuina por otros traducida en acciones concretas de ayuda, de apoyo y de solidaridad con otros. Me parece que en esencia somos un pueblo solidario, de no ser así no podríamos explicar la sobrevivencia de tantas familias en medio del subdesarrollo, de falta de empleo, de vivencia y de servicios.
Sin embargo, la vida moderna tiende en ocasiones a enajenarnos y a ocupar gran parte de nuestro tiempo, en el transporte, a veces sentados horas frente a una computadora o al televisor, a veces conviviendo en torno a una botella de licor en el contexto de “beber más que convivir”.
Es necesario voltear la mirada hacia otros, al interior de las familias o fuera de ellas, al interior de las comunidades, en las iglesias, en las escuelas, en el trabajo, en las asociaciones civiles. Algo que está marcando este fin de siglo es la sustitución de un estado omnipotente y paternalista por una sociedad coparticipativa y responsable, sin exentar a los gobiernos de sus obligaciones, pero buscando la participación de la comunidad para la solución de los grandes problemas que nos atañen: los niños, especialmente los de la calle y los que sufren de abuso y violencia, los ancianos, los discapacitados, los adictos al alcohol y otras drogas, los enfermos de SIDA, los enfermos mentales, los presos y muchos más son seres humanos con enormes carencias y necesidades que están ahí afuera esperando de un acto de buena voluntad, de servicio y de solidaridad humana.
En campo fundamental en nuestros días es la de la promoción de al salud y la prevención de adicciones y de otras enfermedades evitables entre los niños y los adolescentes. Hay que informarse, que capacitarse, que asociarse y que trabajar con fe y con pasión para la construcción de un mundo mejor. La esperanza debe y puede ser más grande que los problemas que nos aquejan.
En suma dar y recibir forma parte de un círculo en el que ambas actitudes se retroalimentan y se complementan. En el dar y recibir se concreta la experiencia del contacto genuino y profundo con lo humano, con lo natural y con lo divino.
Un último punto que propone Frankl en la búsqueda de sentido es la transformación de las experiencias dolorosas en oportunidades. Su propio ejemplo en el campo de concentración nos indica claramente la búsqueda de este camino. Esta posición ante el dolor, no se recrea con él en una actitud estéril y masoquista, sino que enfrenta el dolor inherente el hecho mismo de vivir con una postura creativa y esperanzadora.
En el caso de Rabino Harold Kushner es aleccionador; este hombre tuco que enfrentar el sufrimiento y muerte de su único hijo quien padeció una de las enfermedades más raras y caprichosas llamada “síndrome de envejecimiento prematuro”. El, como hombre de fe, tuvo que replantear y redescubrir su concepto de Dios, de su religión y de la vida en el curso de su largo duelo. Nos deja un valeroso testimonio en un libro traducido al español titulado: “cuando la gente buena sufre”. El concluye en su análisis final con una pregunta y con una aseveración:
“¿Podrán reconocer que la capacidad de perdonar y la capacidad de amar son las armas que Dios nos ha dado para permitirnos vivir plenamente, con valentía y dándole un significado a nuestra vida en este mundo imperfecto?
Pienso en Aarón y en todo lo que su vida me enseño y soy consciente de lo que mucho perdí y de lo mucho que gané. El ayer me parece menos doloroso y no le temo al mañana”.
Encontrarle un sentido final al dolor también está presente en la vida de muchos seres humanos que renacen al recuperarse de la adicción al alcohol y a otras drogas. He tenido la oportunidad de compartir un trecho del camino cerca de hombres y mujeres que se encuentran en este proceso.
La recuperación es ante todo la búsqueda de nuevos sentidos y significados ante un vacío profundo y doloroso (mucho más hondo que el natural vacío existencial humano) pues en este caso el vacío se ha visto alimentado por la inutilidad de un deseo y de una vida esclavizada al consumo de sustancias. Los adictos, cuando empiezan a vivir con sobriedad, son como seres que vienen de una guerra atroz con la gente, con el mundo y consigo mismos. Cargan sobre sus hombros cargas agobiantes: la conciencia del dolor que han sembrado a su alrededor, el abandono y la traición de valores y de ideales, la sensación de una vida inútil, el autoreproche ante el tiempo perdido. En estas encrucijadas hay dos alternativas: la negación para seguir ocultando estas realidades o la toma dolorosa de conciencia y de responsabilidad para iniciar la nueva búsqueda.
El dolor adquiere sentido para buscar en lo más profundo de sí mismo los nuevos motivos para vivir, para valorar la salud, la vida y el amor, para encontrar el sentido del servicio, en suma, para vincularse significativamente con los valores, con las personas, con el trabajo, con el servicio, con la naturaleza, con el universo y con lo divino.
Estos seres requieren retomar algo que todos necesitamos en nuestras vidas y que es precisamente la idea de un “proyecto de vida” que incluye metas y objetivos, abarcando las diferentes áreas vitales: salud, educación, relaciones interpersonales, trabajo, recreación, deporte, diversión y sobre todo valores fundamentales cuya observancia fiel es el insumo más importante para una vida plena de significados. Para construir este proyecto necesitamos tomar la inspiración y el aliento fuera para buscar la respuesta final adentro de nuestro ser.
Bibliografía:
- Frankl V. E. (1980); Psicoanálisis y existencialismo; México: Fondo de Cultura económica.
- Frankl V. E. (1982); Psicoterapia y humanismo; México: Fondo de Cultura económica.
- Frankl V. E. (1990); Ante el vacío existencial; Barcelona: Herder.
- Frankl V.E. (1990); El hombre doliente; Barcelona: Herder.
- Frankl V.E. (1993); El hombre en busca de sentido; Barcelona: Herder.
- Frankl V.E. (1994); Logoterapia y análisis existencial; Barcelona: Herder.
- Fromm E. (1966); El corazón del hombre; México: Fondo de Cultura Económica.
- Kushner H.; Cuando la gente buena sufre. Barcelona: EMECE.
- Rogers. Carl, (1993), El proceso de convertirse en persona. México: Paidós.
Dra. Andrée Fleming-Holland
Psicóloga con doctorado en Psicología,
Docente de la Facultad de Psicología, Universidad de Veracruz, Xalapa
Introductora de la psicología humanista en la ciudad de Xalapa, Veracruz.
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