Dado que consideramos el estrés una de las fuentes más comunes de alteraciones en el organismo puesto que la reflexología energética constituye una herramienta altamente eficaz en el combate contra el estrés u la disminución del mismo de manera natural y segura, presentamos en este apartado un estudio sobre el estrés. Aunque, actualmente, el término ese utilice comúnmente de forma muy amplia, consideramos interesante recoger un poco de historia así como algunos datos sobre éste para una mejor comprensión.
Hace más de dos mil años, el estrés ya se citaba en Heráclito quién, filosofando sobre “la mutación constante de las cosas”, mostró la necesidad de adaptación constante del hombre como característica de la vida. Por su parte Empédocles aportó nociones como las de que toda materia consiste en elementos, en actitud, en “oposición dinámica aliada”, que posee su correspondiente oriental en el Tao y en el Yin y el Yang. Hipócrates, considerado como el padre de la Medicina, reúne estos conceptos y proclama que “la salud es el estado de equilibrio armónico de los elementos del organismo” mientras que la enfermedad es la desarmonía de los elementos. Otra fuente que se refiere al estrés es Epicuro, el cual añade que “la mente está entre las fuerzas naturales sanadoras”, de donde surge la escuela metafísica, en la que el estado de salud no es sólo una condición física, sino también, y por encima de todo, una condición mental y emocional.
Más recientemente, Walter Cannon ha desarrollado el concepto de homeóstasis o estado de equilibrio del organismo en su conjunto, agregando los aspectos emocionales a los físicos, señalando la clásica relación lucha-huída de todos los seres vivos.
El término estrés fue introducido en el área de la medicina por el europeo, nacionalizado canadiense, Dr. Hans Selye, quien, en 1930, tomando como préstamo el término estrés, de la ingeniería, definía:
“Estrés es toda reacción a cualquier estímulo que cause alteración o interfiera en el equilibrio fisiológico normal del organismo”
El Dr. Selye señala que los organismos reaccionan ante los agentes estresantes, llamados alarmógenos, creando alteraciones químicas en el organismo con la aparición del siguiente síndrome general de adaptación:
Frente al agente estresante se produce una reacción de alarma o alerta del organismo.
Enseguida, se establece un estado de resistencia ante esa nueva situación.
Si no hay una adaptación a la nueva situación, se produce un estado de agotamiento con la consecuente depresión.
Si sí hay adaptación, el organismo vuelve al estado de homeóstasis.
Los agentes estresantes pueden ser lo siguientes:
Externos o físicos, como oscilaciones en la temperatura, el medioambiente, la presión atmosférica, la asincronía de los ritmos biológicos, muy comunes en la sociedad moderna, las radiaciones de todo tipo provenientes de los aparatos de la vida moderna, como la televisión, la radio, los teléfonos móviles, etc., los ruidos, los olores intensos, el esfuerzo o el reposo excesivo, los trastornos en la alimentación, las infecciones, las drogas, etc.
Sociales o emocionales, como las condiciones nerviosas múltiples: ansiedades, angustias, depresiones e, incluso, grandes alegrías.
Frente a un agente estresante, los primates pasan por un proceso en el que su organismo está químicamente estimulado, lo que produce una reacción física de ataque o huida. Si el primate consigue dominar la situación, se lanza al ataque. En caso contrario, se bate en retirada, huye, para salvaguardar su integridad.
Estas reacciones primarias están presentes también en el hombre. Frente a una situación de estrés, la adrenalina es lanzada a la red sanguínea, el pulso cardíaco se acelera, la respiración se vuelve asfixiante, la presión aumenta, los procesos digestivos se congestionan, los músculos están tensos y el estómago se cierra. Si todas estas reacciones estuvieran bajo control constante, sería fácil controlar el estrés, pero todos sabemos que no es así de sencillo. En el caso del primate, decide resolver la situación atacando o huyendo. ¿El hombre actúa del mismo modo? Si su jefe le da una orden con la que no está de acuerdo, ¿qué haría, atacar y decirle que no la llevara a cabo o huir antes de que acabe de dársela? En la gran mayoría de casos, no haría ni una ni otra, sino que acumularía el estrés, realizando algo que va contra su naturaleza.
En 1991, el cardiólogo americano Dr. Jeffrey L. Boone, en su estudio sobre el estrés, declaró que “el estrés es tan único como lo es el individuo” y que la influencia del estrés en la salud está relacionada con los siguientes factores:
Características de cada agente estresante, que puede ser diferente, dependiendo de la persona.
Percepción de cada individuo de un mismo agente estresante (lo que resulta estresante para una persona no lo es necesariamente para otra)
Susceptibilidad psicofisiológica de cada individuo ante un agente estresante.
Habilidad individual para controlar los efectos potenciales que generan los agentes estresantes.
Hace más de dos mil años, el estrés ya se citaba en Heráclito quién, filosofando sobre “la mutación constante de las cosas”, mostró la necesidad de adaptación constante del hombre como característica de la vida. Por su parte Empédocles aportó nociones como las de que toda materia consiste en elementos, en actitud, en “oposición dinámica aliada”, que posee su correspondiente oriental en el Tao y en el Yin y el Yang. Hipócrates, considerado como el padre de la Medicina, reúne estos conceptos y proclama que “la salud es el estado de equilibrio armónico de los elementos del organismo” mientras que la enfermedad es la desarmonía de los elementos. Otra fuente que se refiere al estrés es Epicuro, el cual añade que “la mente está entre las fuerzas naturales sanadoras”, de donde surge la escuela metafísica, en la que el estado de salud no es sólo una condición física, sino también, y por encima de todo, una condición mental y emocional.
Más recientemente, Walter Cannon ha desarrollado el concepto de homeóstasis o estado de equilibrio del organismo en su conjunto, agregando los aspectos emocionales a los físicos, señalando la clásica relación lucha-huída de todos los seres vivos.
El término estrés fue introducido en el área de la medicina por el europeo, nacionalizado canadiense, Dr. Hans Selye, quien, en 1930, tomando como préstamo el término estrés, de la ingeniería, definía:
“Estrés es toda reacción a cualquier estímulo que cause alteración o interfiera en el equilibrio fisiológico normal del organismo”
El Dr. Selye señala que los organismos reaccionan ante los agentes estresantes, llamados alarmógenos, creando alteraciones químicas en el organismo con la aparición del siguiente síndrome general de adaptación:
Frente al agente estresante se produce una reacción de alarma o alerta del organismo.
Enseguida, se establece un estado de resistencia ante esa nueva situación.
Si no hay una adaptación a la nueva situación, se produce un estado de agotamiento con la consecuente depresión.
Si sí hay adaptación, el organismo vuelve al estado de homeóstasis.
Los agentes estresantes pueden ser lo siguientes:
Externos o físicos, como oscilaciones en la temperatura, el medioambiente, la presión atmosférica, la asincronía de los ritmos biológicos, muy comunes en la sociedad moderna, las radiaciones de todo tipo provenientes de los aparatos de la vida moderna, como la televisión, la radio, los teléfonos móviles, etc., los ruidos, los olores intensos, el esfuerzo o el reposo excesivo, los trastornos en la alimentación, las infecciones, las drogas, etc.
Sociales o emocionales, como las condiciones nerviosas múltiples: ansiedades, angustias, depresiones e, incluso, grandes alegrías.
Frente a un agente estresante, los primates pasan por un proceso en el que su organismo está químicamente estimulado, lo que produce una reacción física de ataque o huida. Si el primate consigue dominar la situación, se lanza al ataque. En caso contrario, se bate en retirada, huye, para salvaguardar su integridad.
Estas reacciones primarias están presentes también en el hombre. Frente a una situación de estrés, la adrenalina es lanzada a la red sanguínea, el pulso cardíaco se acelera, la respiración se vuelve asfixiante, la presión aumenta, los procesos digestivos se congestionan, los músculos están tensos y el estómago se cierra. Si todas estas reacciones estuvieran bajo control constante, sería fácil controlar el estrés, pero todos sabemos que no es así de sencillo. En el caso del primate, decide resolver la situación atacando o huyendo. ¿El hombre actúa del mismo modo? Si su jefe le da una orden con la que no está de acuerdo, ¿qué haría, atacar y decirle que no la llevara a cabo o huir antes de que acabe de dársela? En la gran mayoría de casos, no haría ni una ni otra, sino que acumularía el estrés, realizando algo que va contra su naturaleza.
En 1991, el cardiólogo americano Dr. Jeffrey L. Boone, en su estudio sobre el estrés, declaró que “el estrés es tan único como lo es el individuo” y que la influencia del estrés en la salud está relacionada con los siguientes factores:
Características de cada agente estresante, que puede ser diferente, dependiendo de la persona.
Percepción de cada individuo de un mismo agente estresante (lo que resulta estresante para una persona no lo es necesariamente para otra)
Susceptibilidad psicofisiológica de cada individuo ante un agente estresante.
Habilidad individual para controlar los efectos potenciales que generan los agentes estresantes.
Tal como indicamos, el estrés es uno de los elementos clave de la vida. Se considera normal cuando el organismo desempeña satisfactoriamente sus funciones de supervivencia en respuesta a las diversas circunstancias que se le presentan. Se considera positivo, cuándo se genera una excitación que nos motiva a realizar algo, a asumir desafíos, que incita a la creatividad. {Esta es la fuerza que propulsa, por ejemplo, a los atletas a conquistar sus medallas de oro y, también, la fuerza de todos los emprendedores que buscan alcanzar algo mayor en sus vidas.
Por lo contrario, se considera negativo cuando se vuelve crónico o cuando perdemos energía nos desanimamos y caemos enfermos, es decir, cuando ultrapasamos nuestros límites, cuando vamos contra nuestra propia naturaleza.
En 1992, otros dos médicos estadounidenses, los doctores George Chrousos y P. Gold, publicaron un estudio en el que se defendía la existencia de un sistema de estrés en nosotros mismos y en el que presentaban los Stress System Disorders o Alteraciones del sistema de estrés. Según ellos, el sistema de estrés es un complejo de funciones hormonales y nerviosas que responden al síndrome de adaptación generalizada o a la búsqueda del equilibrio frente a los cambios. Asimismo, definen el estrés como la ruptura del estado armónico del equilibrio dinámico que mantiene el organismo y que desencadena un descontrol de las reacciones físicas y mentales extraordinarias en busca de la homeostasis.
Lo interesante de este estudio es la relación de las disfunciones del sistema de estrés según su hiperactividad o hipoactividad. A saber:
Hiperactividad del sistema
Enfermedades crónicas, Anorexia nerviosa, Depresión profunda, Pánico, Alcoholismo crónico, Hipertiroidismo, Síndrome TPM, Vicios diversos
Hipoactividad del sistema
Depresión crónica, Depresiones estacionales, Fática crónica, Hipotiroidismo, Obesidad, Vulnerabilidad ante enfermedades inflamatorias
Existen otras clasificaciones par el estrés y sus síntomas más comunes, tales como:
Leve
Cansancio, irritabilidad, dolores de cabeza e insomnio.
Medio
Depresión, ansiedad, dolores musculares crónicos, infecciones persistentes, culpa, apatía, incapacidad para relacionarse.
Alto
Manía persecutoria, fobias, susceptibilidad a infecciones víricas e invasión bacteriana
Elevado
Dolores diversos, problemas cardiacos, hipertensión, sistema inmunológico deficiente, artritis, úlceras, etc.
El estado natural del ser humano es el del bebé, es decir, un estado de descontracción, espontaneidad, naturalidad y flexibilidad pero, por desgracia, se están dando incluso casos de estrés en bebés. A medida que vamos creciendo y adaptándonos al medio, nuestro estado natural pasa a ser un estado condicionado a limitaciones del medio y de la cultura y empezamos a acumular frustraciones, adversidades, contrariedades de todo tipo, perdiéndose las características del estado natural y generándose los llamados bloqueos.
Tales bloqueos son responsables de una serie de alteraciones tanto funcionales como emocionales de nuestro ser. Los más destacados son las alteraciones en la respiración, la rigidez muscular, los puntos de tensión, las deformaciones articulares con el bloqueo o disminución del flujo libre y normal de las funciones neurosanguíneas.
En muchos casos, el agente estresante o la condición de estrés es conscientemente identificable, como la pérdida de empleo, la muerte de un ser querido, un accidente, etc. En estos casos, se recurre a un tratamiento focalizado y resulta mucho más fácil para la persona estresada entender el problema y trabajar sobre él.
Sin embargo, el gran enemigo oculto es el estrés causado por las constantes respuestas inapropiadas de adaptación a la excitación excesiva y continuada de nuestro sistema de estrés. Hablando más detalladamente, el mayor enemigo de todos nosotros es el pequeño estrés de acción leve y prolongada que se repite y del cual no somos conscientes. Este se va acumulando en el organismo, físico, emocional y mental del individuo y convierte al ciclo de estrés en vicioso y en algo que desgasta. Llegados a este punto, la persona ya no consigue relajarse mediante órdenes conscientes, y es que, aun reconociendo que se encuentra en estado crónico de estrés y aún queriendo relajarse, su organismo está completamente minado. En este momento la reflexología funciona como una ayuda excepcional, pues lleva al organismo a la relajación, rompiendo los bloqueos y permitiendo que éste comience su proceso natural de recuperación.
El estrés continuo provoca grandes daños en nuestro organismo, comenzando por el envejecimiento precoz, el elevado desgaste, el agotamiento ante la adaptación, la irritación y tensión nerviosa constantes, el cansancio crónico, la reducción de la vitalidad y la pérdida de defensas.
En casos avanzados, se recomiendan las terapias farmacológicas, que solo deben ser prescritas por médicos especialistas en este campo. En aquellos casos donde se debe mejorar el control de la voluntad, es altamente recomendado el triángulo de la optimización del estilo de vida
Nutrición- Ejercicio físico-Relajación
De estos tres elementos, nos centraremos en este trabajo en la relajación, como gran aspecto beneficioso de la reflexología, tal como mencionamos. A través de la relación efectiva, alcanzamos el control y la reducción del estrés y permitimos que nuestro organismo busque el equilibrio y la armonía psicosomática, es decir, mejoramos nuestra amplitud de pensamientos ye emociones, liberando los bloques internos y aumentando nuestra capacidad de vivir plenamente.
Así mismo, la relajación es extremadamente útil para conservar la salud, pues funciona como un sedante natural, como un masaje interior.
La relajación proporciona también un mayor contacto con nosotros mismos, un reposo psicofisiológico, al desbloquear las funciones orgánicas neuromusculares y glandulares. La relajación calma e integra nuestro ser, ya que todos los sistemas reposan y se fortalecen, lo que, finalmente, nos aporta una profunda paz interior.
Pags.38-45
“Reflexología Energética(masaje para los pies)”
Alberto Feliciano y Pier Campadello,
Madras Editora Ltda.
Segunda Edición Julio 2006
“Reflexología Energética(masaje para los pies)”
Alberto Feliciano y Pier Campadello,
Madras Editora Ltda.
Segunda Edición Julio 2006
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