Tim Robbins
Es importante recordar que los estados emocionales, como la depresión, no son cosas que le ocurran a uno porque sí. Uno no «cae» en una depresión, sino que la crea, lo mismo que cualquier otro «resultado» de la vida, mediante unas acciones mentales y psíquicas determinadas. El que se siente deprimido está contemplando su vida de una manera particular, y se dice ciertas cosas a sí mismo con una cierta entonación precisa, y adopta una postura específica y un ritmo de respiración típico. Cuando uno quiere sentirse deprimido, por ejemplo, suele ser útil dejar caer los hombros y mirar con frecuencia al suelo. Hablar con un tono de voz tristón e imaginar que le ocurren a uno las peores situaciones posibles también contribuye mucho. Y si estropea usted la bioquímica de su organismo por medio de una dieta incorrecta, o abusando del alcohol u otras drogas, ayuda a su cuerpo a reducir el nivel de azúcar en la sangre y la depresión está prácticamente garantizada..
Lo que pretendo demostrar con ello es, sencillamente, que se necesita un esfuerzo para crear una depresión. Es una actividad laboriosa y que exige ciertos tipos de acciones específicas. Sin embargo, algunas personas han creado ese estado tan a menudo que les resulta sumamente fácil producirlo. En realidad, con frecuencia aciertan a vincular este modelo de comunicación interna con los acontecimientos externos de cualquier signo. Y en algunos casos obtienen de ello muchos beneficios de orden complementario —como atención por parte de los demás, compasión, cariño, etcétera—, de manera que adoptan dicho estilo de comunicación como su modo de vida natural. Quienes llevan mucho tiempo viviendo así acaban por encontrarlo cómodo; se identifican con ese estado. Sin embargo, uno puede todavía cambiar sus acciones mentales y físicas y, por tanto, modificar inmediatamente sus emociones y su comportamiento.
Se puede entrar en éxtasis adoptando directamente el punto de vista que produce dicha emoción. Traiga usted a su mente la clase de cosas que podrían crearla. Cambie el tono y el contenido de su diálogo consigo mismo. Adopte las posturas específicas y los ritmos de respiración que crean tal estado en su organismo, y ¡voila! Ya está usted experimentando el éxtasis. Si desea ser compasivo, cambie sus acciones físicas y mentales para que correspondan a las que exige esa disposición de ánimo llamada compasión. Lo mismo ocurre con el amor o cualesquiera otras emociones.
Anthony Robbins - Poder sin Límites
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