¿Qué es el amor?
El carácter activo del amor (que depende
del desarrollo caracterológico de la persona) se vuelve evidente en el hecho
que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas de amor. Esos
elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.
Cuidado. Es la preocupación activa por la vida y el crecimiento
de lo que amamos. La esencia del amor es “trabajar” por algo y “hacer crecer”.
El amor y el trabajo son inseparables.
Responsabilidad. Significa estar listo y dispuesto
a “responder”. La persona que ama responde. La vida de tu hermano no es solo
asunto de tu hermano, sino también es asunto tuyo. Siéntete tan responsable por
tus semejantes como por ti mismo. Tal
responsabilidad atañe al cuidado tanto de las necesidades físicas como
psíquicas.
Respeto. Tal responsabilidad podría degenerar fácilmente en
posesividad, si no fuera por un tercer elemento. El respeto... Respeto no
significa temor y sumisa reverencia; denota la capacidad de mirar (del latín
respicere), de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su
individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona
crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo, el respeto implica la ausencia
de explotación. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma
en la forma que le es propia y no para servirme. Es obvio que el respeto solo
es posible si yo he alcanzado independencia. El respeto solo existe sobre la
base de la libertad. El amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.
Conocimiento. Respetar a una persona sin
conocerla, haría que el cuidado y la responsabilidad fueran ciegos, si no los
guiara el conocimiento. El conocimiento sería vacío sino lo motivara la
preocupación. Hay muchos niveles de conocimiento, pero el que constituye un
aspecto del amor penetra hasta el meollo, cuando puedo trascender la
preocupación por mí mismo, y ver a la otra persona en sus propios términos.
Ejemplo: una persona encolerizada, si puedo llegar a conocerla más
profundamente sabré que está angustiada e inquieta; que se siente sola, que se
siente culpable. Es decir, como una persona que sufre y no como una persona
enojada.
...
Pero el conocimiento tiene otra relación
más fundamental con el problema del amor. La necesidad básica de fundirse con
otra persona para trascender de ese modo la prisión de la propia separatidad se
vincula, de modo íntimo, con otro deseo específicamente humano, el de conocer
“el secreto del hombre”
Cuanto más avanzamos hacia las
profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, nos elude la meta del
conocimiento (porque no somos una cosa y tampoco lo son nuestros semejantes).
Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del
alma humana.
Hay una manera desesperada de conocer el
secreto: lograr el poder absoluto sobre otra persona, que la transforma en una
cosa de nuestra posesión (en el extremo, el sadomasoquismo)
El otro camino: el amor, El amor es la
penetración activa en la otra persona, en la que la unión satisface mi deseo de
conocer. En el acto de fusión, te conozco, me conozco a mí mismo, y conozco a
todos –y no “conozco” nada- Conozco de la única manera en que el conocimiento
de lo que está vivo le es posible al hombre –por la experiencia de la unión- no
mediante algún conocimiento proporcionado por nuestro pensamiento.
El sadismo está motivado por el deseo de
conocer el secreto, y sin embargo, permanezco tan ignorante como antes. He
destrozado completamente al otro ser, y , sin embargo, no he hecho más que
separarlo en pedazos.
El amor es la única fuente de conocimiento,
que en acto de unión, satisface mi búsqueda. En el acto de amar, de entregarse
en el acto de penetrar en la otra persona, me encuentro a mí mismo, me
descubro, nos descubro a ambos, descubro al hombre. La única forma de alcanzar
el conocimiento total consiste en el acto de amar: ese acto trasciende el
pensamiento, trasciende las palabras.
...
Sin embargo, el conocimiento psicológico
(pensamiento), es una condición necesaria para el pleno conocimiento en el acto
de amar. El conocimiento psicológico, no obstante, no puede convertirse en un
sustituto del conocimiento pleno del acto de amar, tan solo es un paso para él.
Cuidado, responsabilidad, respeto y
conocimiento son mutuamente interdependientes. Constituyen un síndrome de
actitudes que se encuentran en la persona madura; esto es, en la persona que
desarrolla productivamente sus propios poderes, que sólo desea poseer lo que ha
ganado con su trabajo, que ha renunciado a sus sueños narcisistas de
omnisapiencia, omnipotencia, que ha adquirido humildad basada en esa fuerza
interior que sólo la genuina actividad productiva puede proporcionar.
...
Hasta ahora he hablado sobre el amor como
forma de superar la separatidad humana, como la realización del anhelo de unión
(necesidad universal, existencial). Hay otra necesidad más específica y de
orden biológico: el deseo de unión entre los polos masculino y femenino. La
polarización sexual lleva al hombre a buscar la unión con el otro sexo. Esta
polaridad entre los principios masculino y femenino existe también dentro de
cada hombre y mujer. Así como fisiológicamente tanto el hombre como la mujer
poseen hormonas del sexo opuesto, así también en el sentido psicológico son
bisexuales. Llevan en sí mismos el principio de recibir y de penetrar, de la
materia y del espíritu. El hombre –y la mujer- solo logra la unión interior en
la unión con su polaridad femenina o masculina. Esa polaridad es la base de su
creatividad
Tomado de “El Arte de Amar”
Erich Fromm
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